198 Investigación en Salud. Dimensión Ética
sea tanto identificar grupos que desde hace
varias décadas son reconocidos clásicamen-
te como vulnerables. El foco de la discu-
sión debería desplazarse hacia sujetos y
poblaciones que denominamos “norma-
les” y en los que de entrada no se percibe
un grado significativo de vulnerabilidad,
porque la distorsión en la evaluación de
los riesgos y beneficios y la explosión de
una pléyade de incentivos económicos son
las que pueden realizar esa transición de
no vulnerable a vulnerable. Los habitan-
tes de América Latina y el Caribe son par-
ticularmente susceptibles cuando no se
cuenta con los dispositivos bioéticos para
contenerlas.
Un terreno donde la pendiente resbaladi-
za de la bioética se hace más inclinada es
el de los voluntarios sanos. Con frecuen-
cia participan en investigaciones donde se
exponen a nuevos medicamentos o pro-
cedimientos sin que respondan a la reali-
dad de una enfermedad o condición que
les sea propia. Si bien se reconoce su al-
truismo al exponer su bienestar, resulta
cuestionable cuando las recompensas eco-
nómicas o de otro orden motivan su vin-
culación. La reflexión apunta a que el in-
vestigador y los comités de bioética
reconozcan en estos sujetos su condición
de vulnerabilidad, a pesar, precisamente,
de ser “normales”.
El asunto de la vulnerabilidad se ubica
esencialmente en el ámbito de la auto-
nomía y del respeto a las personas con
autonomía disminuida, mientras que el
de la relación riesgo-beneficio correspon-
de a la justicia distributiva. Cuando se
aplica el principio de justicia también se
debe entender que los objetivos de la in-
vestigación y sus probables resultados den
cuenta de un problema que afecta el ni-
vel de bienestar y las condiciones de sa-
lud de los individuos vulnerables inclui-
dos. De esta manera, la expectativa de
intervenciones y procedimientos que be-
neficien directamente su salud justifica-
ría su participación.
Si empleamos el principio de beneficen-
cia, el investigador y su grupo de trabajo
deben maximizar los beneficios y reducir
los riesgos. Sin embargo, en la investiga-
ción con poblaciones especiales y vulne-
rables se requiere un esfuerzo adicional
para identificar y prevenir los riesgos an-
tes, durante y después de la intervención.
Precisamente, la vulnerabilidad se incre-
menta cuando habiendo concluido el es-
tudio los individuos presentan algún daño
en su integridad y no encuentran quien
responda por los daños.
En un intento por sortear las dificultades
que implica obtener un consentimiento
informado válido en poblaciones especia-
les se ha introducido el concepto de “ries-
go mínimo”, para justificar intervencio-
nes o procedimientos de investigación que
no tengan posibilidad de beneficio direc-
to para su salud: “Riesgo mínimo signifi-
ca que la probabilidad y magnitud del
daño o malestar previsto en la investiga-
ción no son mayores en sí mismos que
aquellos comúnmente encontrados en la
vida cotidiana o durante el desempeño de
exámenes o pruebas físicas o psicológicas
de rutina”
(2).
En este punto conviene señalar que, aun-
que la intervención investigativa sea de
riesgo mínimo o lo supere ligeramente,
esto no exime de procurar por las vías dis-
ponibles la obtención del consentimiento
o asentimiento, si es del caso, para el ini-
cio de la misma. Se debe respetar cualquier
señal de rechazo o deseo de desvincula-
ción sin tener que solicitar explicaciones
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