196 Investigación en Salud. Dimensión Ética
si el consentimiento informado debiera
ser solicitado por un tercero neutral”.
El tipo de vínculo que guardan el investi-
gador y el participante puede incrementar
en forma bidireccional la vulnerabilidad. El
investigador puede sentirse más cómodo
con personas a las que ya ha abordado clí-
nicamente y con las que el reclutamiento
suele ser más fácil dado el reconocimiento
previo. No obstante, existen riesgos como
la intimidación, la influencia indebida y
hasta la introducción de sesgos estadísticos
por las limitaciones en el muestreo, con lo
que de entrada se compromete éticamente
el estudio al obtener resultados restringi-
dos en su generalización.
Por el lado del paciente/participante la
situación también es igualmente comple-
ja. Las personas pueden permanecer en
una investigación contra su deseo perso-
nal sólo para evitar una pérdida o dete-
rioro en la atención terapéutica que vie-
nen recibiendo; “incluso una persona
totalmente capaz puede tener dificultad
en objetar el seguir en un proyecto debi-
do a su dependencia en la relación médi-
ca, y a la vulnerabilidad inherente a tal
dependencia”
(2)
.
La Declaración de Helsinki de 2000 tam-
bién enfatiza este punto, que relaciona
poblaciones especiales, vulnerabilidad y
dependencia: “Al obtener el consentimien-
to informado para el proyecto de investi-
gación, el médico debe poner especial cui-
dado cuando el individuo está vinculado
con él por una relación de dependencia o
si consiente bajo presión. En un caso así,
el consentimiento informado debe ser
obtenido por un médico bien informado
que no participe en la investigación y que
nada tenga que ver con aquella relación”.
Se observa una convergencia, con las nor-
mas CIOMS, en la necesidad de incluir
un tercero que gestione neutralmente el
proceso de consentimiento informado.
Las deficiencias en asertividad pueden pro-
ducir vulnerabilidad en los participantes.
Esto se hace más prominente en algunas
poblaciones latinoamericanas donde la fi-
gura del personal médico se inserta en un
modelo paternalista de atención que le
confiere un poder casi absoluto en la rela-
ción terapéutica.
Extendiendo el concepto de dependencia
más allá del contexto terapéutico, se en-
cuentran dificultades éticas similares en
dicotomías como empleador/empleado o
docente/alumno. La dependencia se co-
necta con la subordinación. Ante dificul-
tades económicas o problemas en el ren-
dimiento académico, la vinculación a un
proyecto de investigación, aunque parez-
ca voluntaria y libre, puede ser el efecto
de un intento por agradar al superior je-
rárquico y obtener oportunidades labora-
les o académicas. Un docente puede em-
plear su carisma y prestigio académico para
obligar a sus alumnos, igual que un médi-
co influye en sus pacientes.
El nivel de dependencia marca un criterio
de las poblaciones especiales y plantea una
reflexión que siempre debe estar presente
en la formulación y revisión de protoco-
los de investigación.
Capacidad y competencia
Los criterios de capacidad y competencia
han sido revisados tradicionalmente en el
ámbito del consentimiento informado. Ya
desde el Código de Nuremberg se identi-
fica al consentimiento voluntario como
necesario y esencial para la realización de
investigaciones con personas. Considerar
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