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tercio de todos los médicos organizados residentes en el Reich, y en 1942
alcanzó los 46.000, a cuyo efecto hay que considerar que, entretanto, el
número de médicos en el Reich había aumentado en unos 20 a 30.000 en
relación a 1933”
(4)
.
De manera que puede también interpretarse que un número considerable
de estos nuevos afiliados no sólo estaban al tanto sino que participaban de
las ideas eugenésicas y eutanásicas del régimen. La recurrente y hasta en
algunos casos comprensible excusa de que nadie podía oponerse a los de-
signios de este Estado omnipotente –la “obediencia debida”– es, por una
parte, una forma de escabullir responsabilidades, pero por otra evidencia
que los regímenes del terror encuentran un terreno propicio en algunas
actividades con las que pueden optimizar sus resultados
(5)
. La primera
opción es sobre todo la respuesta de los funcionarios más directos, los
oficiales del régimen –militares y miembros del partido–, que pretenden
diluir sus responsabilidades personales; la segunda, la de profesionales que
ostentan una posición privilegiada por su permanente actualización tec-
nocientífica y por la especial relación que establecen con sus pacientes,
cuestión caracterizada más arriba.
Los regímenes totalitarios tienen predilección por sumar el concurso de
profesionales de la biomedicina: tanto investigadores como médicos. Su
papel en las prácticas de tortura y en las desapariciones forzadas en Lati-
noamérica durante los gobiernos militares de facto en la segunda mitad
del siglo pasado está extensamente documentado
(6,7)
. En ese contexto, el
“enemigo interno” pasa a constituir un “ellos” cuya existencia –sin valor–
es un lastre para el buen funcionamiento del Estado. Informes oficiales de
las violaciones cometidas dan cuenta que el papel de estos profesionales
no se reducía a inyectar sustancias letales, sino también a certificar el esta-
do de salud del detenido, para continuar o detener la tortura, y falsificar
certificados de defunción para impedir el éxito de investigaciones futuras.
Viktor von Weizsäcker apunta a una interpretación psicoanalítica que se-
meja una pendiente sin retorno en el médico colaborador: “Opino que
debe admitirse que los médicos orientados científico-natural y biológica-
1...,194,195,196,197,198,199,200,201,202,203 205,206,207,208,209,210,211,212,213