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el problema de “la formación de la voluntad en relación con las medi-
das médicas de destrucción”
(1:240)
. Esta encrucijada parecerá mejor ilu-
minada a la vista de aquellas destrucciones que acontecen al margen del
ámbito médico, en particular en lo que dice relación con los casos de
ajusticiamiento y de guerra, amparados en el derecho penal y el derecho
internacional respectivamente. Estas destrucciones permitidas de la vida,
entre las que también se cuentan la comisión de muerte en defensa propia
y el suicidio, resultan ser análogas a ciertas actuaciones de la medicina,
cuando, por ejemplo, responden a situaciones de urgencia, en las cuales la
consulta a otros no es posible. Un análisis de la práctica de la eutanasia (de
eso se trata, en definitiva) requerirá, por ende, de la consideración de dos
momentos concurrentes en la decisión de matar por indicación médica: la
legalidad y el acuerdo de los participantes. Ambos sería necesario tener en
cuenta a la hora de querer legitimar dicha práctica.
Ahora bien, von Weizsäcker nos dice que habría tres motivos de destruc-
ción de la vida (eutanasia) desde el punto de vista médico: la carencia de
valor de la vida, la compasión y el sacrificio
(1:242)
.
La eutanasia orientada a la destrucción de la “vida sin valor” se declaró le-
galizada solamente en el Estado nacionalsocialista. Pero matar debido a ca-
rencia de valor no puede estimularse bajo ningún concepto desde el punto
de vista médico, porque en tal caso no se trataría de remover algo con la
finalidad de sanar sino por su carencia de valor. No obstante, una posibi-
lidad de justificación de este tipo de acción la encontraríamos en aquellos
que consideran la muerte como una sanación, siendo esto posible, por
ejemplo, desde el punto de vista religioso. Esta interpretación encontraría
su sentido en el hecho de que la vida temporal en sí carece de valor, ya
que lo obtiene de la vida eterna, para la cual prepara. Tal preparación es
entonces el verdadero sentido y finalidad de la medicina y se reconoce que
su tarea no es la eliminación de la vida temporal sino la preparación de la
eterna. Se puede afirmar, además, que una medicina que sólo trata de pre-
servar la vida temporal por ella misma no puede promover la preparación
para la vida eterna, incluso puede impedirla, nos dice von Weizsäcker. De
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