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por ejemplo, en
Ärzte Knigge
, del médico de Leipzig, Paul Carly Seyfarth,
en lugar prominente, y reimpresas por la editorial Thieme en 1935, 1938
y 1942. Fue también Julio Moses quien, inmediatamente antes de la toma
del poder por los nacionalsocialistas, advirtió sobre el fatal y criminal influ-
jo de Hitler sobre la medicina, que causaría la pérdida de los estándares
éticos alcanzados. Leamos lo que escribió en
Kassenarzt
, en 1932: “Todo lo
que hasta ahora valió como ley moral y ética, como imperativo categórico
para el cuerpo médico, sería allí (en el Estado nacionalsocialista –nota de
W. U. Eckart–) arrojado por la borda como un sucio harapo. El médico
como amigo y colaborador del semejante enfermo desaparecería en el “Ter-
cer Reich” (…). En el Tercer Imperio nacionalsocialista tendría el médico
la siguiente consigna para gestar un hombre nuevo y noble: curados serán
sólo los curables. Los pacientes incurables son sólo existencias lastre, perros
humanos, no válidos para vivir e improductivos. Deben ser destrozados y
destruidos (…) Y es el médico quien debe realizar esta destrucción. Debe
convertirse, en una palabra, en verdugo”
(7)
.
El desarrollo hacia una medicina inhumana en el nacionalsocialismo era
por tanto previsible y fundamentó en Moses una lucha defensiva en toda
regla. En Viktor von Weizsäcker, en cambio, se convierte en 1947 en una
suerte incontrovertible. La influencia dictatorial de Hitler pierde incluso
su carácter médico, como si no hubiera sido practicada por médicos.
“De nuevo se patentiza aquí que no puede haber una indicación médica
para la eutanasia en el nacionalsocialismo, porque el pensamiento médico
es reemplazado por el pensamiento del Führer y supeditado incondicio-
nalmente a él. Ya que Hitler posee no sólo capacidad política para ordenar,
es también el primer médico. (…) El resultado es que la intangibilidad de
la persona debe ser mantenida por el médico bajo cualquier circunstancia,
mas permanece la pregunta de si el enfermo mental incurable no es perso-
na o puede llegar a no serlo”
(3)
.
Llevaría muy lejos que en este breve comentario entrara en la argumenta-
ción más amplia de von Weizsäcker, por ejemplo, en la pregunta de bajo
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