LA
INTERVENCIN
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poderosos
motivos
la
lejiliman
i
grandes
intereses la
man
dan.
I
quin juzga
ele
lo
jioderoso
de
esos
motivos?
Quin
miele
la
magnitud
ele
osos
intereses?
La
nacin
interventora,
pior
sujmesto.
I
quin
nos
garantiza
cjue
ella
no
calificar
de gran
de
todo
nteres
suyo,
i
de
jioderoso
todo
motivo
cjue
pueda
directa
o
indirectamente
conducir
a
su
piropiio
provecho?
Tan errneo
i
funesto
es
el
pirincipiio
piroclamado
pior
El
Mercurio,
tan
odioso por
su
naturaleza,
tan
alarmante
i
ame
nazador
a
la
seguridad
jeneral
de
las
naciones,
cpue
ni
aun
los
estados
cpue
prcticamente
han
obrado
conforme
a
l,
han
osado
enunciarlo
a
las
claras.
Las
potencias
que de
hecho han inter
venido
en
los
negocios
de
otras,
han
piretendielo justificar
su
conducta
a
los
ojos
del
mundo,
no
apoyndola
en un
derecho
jeneral,
sino
en
circunstancias
jiarticulares
i
excepcionales.
Se han
limitado,
como
la
Santa
Alianza,
a
la defensa ele las
ins
tituciones
monrcjuicas
amenazadas por las convulsiones
revo
lucionarias de
naciones
vecinas;
es
decir,
a
un
objeto particu
lar,
excejicional.
Mudad
(dijo
a
la
Espaa,
a
Portugal,
a
Npio-
les),
mudad
vuestra
forma de
gobierno,
porque
con
ella
peli
gra
la
nuestra.
Han
intervenido,
como
la
Inglaterra,
la Rusia
i
la Francia
en
la
Grecia,
para
poner
fin
a
la
brutal domina
cin
de los
turcos
sobre
un
pueblo
cristiano,
contra
la
cual
se
habia
levantado el clamor
universal de
las
naciones
cristianas.
De
manera
cjue,
aun
en
el
sentido
de las
potencias
cpue
se
han
valido de
ella,
la
intervencin,
como
regla
jeneral,
no
existe,
i
solo
tiene
cabida
como una
ele
aquellas
excepciones rarsimas,
en
que
no
hai
otro
medio
de
obviar
un
peligro
manifiesto,
in
minente
(alegado
sin
fundamento
por la Santa
Alianza),
o
de
piatrocinar
intereses,
no como
quiera
graneles,
sino extensivos
a una
gran
porcin
del
jnero
humano. Aun
en
casos
de
esta
espiecie,
es
digna
de
notar
la
circunspeccin
con
epue
han proce
dido
las
grandes potencias
europeas.
Qu
causa mas
intere
sante
a
la
humanidad,
mas
sagrada,
mas
cristiana,
que la
ele
la
abolicin
del
infame
comercio
ele esclavos?
Si
alguna
podia
lejitimar
la
intervencin,
sta
era.
I
con
todo
eso,
la
Gran
Bre
taa
no
se
crey
autorizada piara
emplear
por
s
la
fuerza
con
tra
los
traficantes
extranjeros
sorprendidos
en
flagrante
deli-
DCHO.
INT.
75
1...,593,594,595,596,597,598,599,600,601,602 604,605,606,607,608,609,610,611,612,613,...637