El Paracaidas - N°3 2014 - page 13

Ángeles Pineda, es sindicada como la
jefa de “Guerreros Unidos”, un cartel
de tráfico de drogas, que se separó del
Cartel de los Beltrán Leyva cuando el
17 de diciembre de 2009, un comando
de la Marina (la Armada) mató al capo
Arturo Beltrán Leiva, en una mansión
de lujo en Cuernavaca, después de va-
rias horas de combate.
Pineda era presidenta del DIF (Siste-
ma Nacional para el Desarrollo Inte-
gral de la Familia) de Iguala y aspiraba
públicamente a suceder a su marido en
la municipalidad. El 26 de septiembre
rindió el informe público de su des-
empeño, que terminó con una fiesta
de lanzamiento de su campaña. Fue
entonces que los normalistas tomaron
(secuestraron) varios buses y se di-
rigieron a la ciudad para boicotear el
informe. Notificado sobre los hechos,
el alcalde Abarca ordenó a la policía
municipal reprimir a los estudiantes.
Como resultado murieron seis perso-
nas, 3 normalistas y 3 estudiantes que
iban en un furgón de regreso de un
viaje de estudios -es decir, no tenían
nada que ver- y quedaron varios heri-
dos. En ese momento la policía detuvo
a los 43 estudiantes. En la madrugada
los jóvenes fueron entregados a la ban-
da criminal Guerreros Unidos. Desde
entonces no se sabe su paradero y no se
sabe si están vivos o muertos.
Los estudiantes de Ayotzinapa queda-
ron atrapados en un tridente entre el
Estado Federal (el Ejército y la policía
militarizada que siempre supieron que
los iban a atacar pero no actuaron), la
narco-política local personalizada por
el alcalde y un grupo de sicarios coman-
dados por su esposa, que ordenaron su
detención, secuestro y desaparición. El
día 4 de noviembre la prensa informó
que la Cámara de Diputados declaró, a
más de un mes de los acontecimientos,
que el caso es “desaparición forzada”.
tólica contra el avance en el campo del
Estado posrevolucionario-, las prin-
cipales víctimas fueron los maestros
rurales. Muchos fueron apresados, tor-
turados y crucificados por las huestes
católicas como escarmiento por pro-
mover la educación popular y profesar
ideologías de izquierda.
Pero desde la década de 1960 las nor-
males rurales fueron fruto de una dis-
minución considerable de recursos y
apoyos por parte del Estado; de las más
de 40 que se formaron en la primera
mitad del sigo XX, solo sobreviven unas
17. Pero también han sido duramente
reprimidas por el gobierno federal o
nacional y los gobiernos locales porque
no son “funcionales”, tradicionalmente
a los poderes de los caudillos locales, ni
actualmente a la educación neoliberal
promovida desde el Estado. Por ello no
es casual que, desde hace casi un siglo,
allí nació, se refugió y permanece hasta
hoy, una cultura campesina, popular y
revolucionaria que hunde sus raíces en
el legado ideológico de los grupos más
radicales que se levantaron en armas
en 1910 contra la dictadura de Porfi-
rio Díaz (1876-1910). De allí surgió el
liderazgo de Lucio Cabañas, profesor
normalista, egresado de Ayotzinapa,
líder sindical, organizador de la resis-
tencia civil y luego militar, muerto en
combate el 2 de diciembre de 1974.
“NARCOPOLÍTICA”
Y SICARIATO
¿Cómo sucedieron los hechos que lle-
garon a la desaparición de 43 jóvenes
campesinos estudiantes de esa Normal?
En las pasadas elecciones municipales
José Luis Abarca, un oscuro político
mexicano con una inexplicable fortuna,
accedió a la alcaldía de Iguala, apoyado
por el Partido de la Revolución De-
mocrática, PRD, de centro izquierda.
La esposa de este alcalde, Mría de los
Los estudiantes de
Ayotzinapa quedaron
atrapados en un tridente
entre el Estado Federal
(el Ejército y la policía
militarizada que siempre
supieron que los iban a
atacar pero no actuaron),
la narco-política local
personalizada por el alcalde
y un grupo de sicarios
comandados por su esposa,
que ordenaron su detención,
secuestro y desaparición.
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