Derechos humanos y relaciones internacionales - page 59

Sun Tzu, de poderosa influencia •en las concepciones político-estra.
tégicas de Stalin y Mao' Tse-tung.
El redescubrimiento de Sun Tzu por los conductores marxistás
produjo su contrapartida americana en forma de las estrategiaspolí–
ticas y militares para la acción antisubversiva, antiguerrillera y' anti_
revolucionaria que debía realizarse contra fuerzas 'externas o aún con_
tra sectores nacionales adeptos al adversario político-ideológico de los
gobiernos no marxistas en ejercicio.
.
Como producto de esta ampliada
fo~mación
castrense aparece en
nuestra región el concepto de Seguridad Nacional.
Pero todo este proceso se ,gesta y desarrolla sólo en el ámbito
de la familia militar americana y en ese sentido es unilateral e incom_
pleto; unilateral, debido a que loas concepciones castrenses así origina–
das para encarar la confrontación ideológica, a pesar de tocar directa
y
necesariamente el fenómeno político interno y externo de sus res–
pectivos países, no movieron a l'as élites militares nacionales a un
acercamiento cultural y a un entendimiento político con los sectores
civiles dirigentes.' Por otra parte, resulta incompleto puesto que el
esfuerzo de salvar la democracia no puede recaer sólo en uno de los
grandes subsistemas de la estructura n'acional, sino en todo el siste–
ma social.
Esta falla congénita del esfuerzo descrito vino a agravar una situa–
ción histórica en el continente, a saber,
loa
distancia y recíproco desco_
nocimiento entre las estructuras civiles y militares. La agravó debido
a ,que armados con criterios antisubversivos, antiguerrilleros y anti_
revolucionarios, los milibares no pudi,eron menos que observar wn
recelo el acelerado proceso de socialización y de politizaciÓri que en esa
época vivieron los países del área. Este fenómeno hizo que -la expe–
riencia y la nueva visión adquirida por los militares en
el
extranjero
se mantuviera incomunicada y peor aún, se convirtiera en un factor
moral y psicológico de desintegración mayor entre los mundos mili–
tares y civiles de cada país.
Pero más grave que esto, que es ya grave de por sí, es el fenómeno
de la despreocupación norteamericana por vitalizar, afirmar o conso–
lidar, en cada caso, los procesos de modernización democrática de
América Latina de manera que el recurso pretoriano que había incu–
bado el Pentágono tuviera su contrapartida cívica proporcional y
eficaz.
Eso no ocurrió y cU'ando el marxismo soviético -que alcanza hasta
el desenfado de instalar sus misiles intercontinentales en Cuba- esti_
ma llegada la hora de penetrar definitivamente las "Indias Occiden–
tales", no es la democracia latinoamericana la que reacciona por medio
de sus líderes, de sus partidos políticos, ,de sus instituciones y de su
tradición puestos a punto para encarar el gran reto, sino -la máquina
castrense nacional formaeb en Panamá () en Fort Leavenworth.
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