ciar, hacer compromisos y buscar formas de consenso nacional. De
ello no
·se'
deduce que él sea quien diseñe
y
'aplique totalmente la po–
lítica exterior. Como observa Rubén P.erina, en "Carta Política". este
modelo de política exterior no
se
asemeja al modelo latinoamericano
de decisiones. Sobre todo en
el
caso de Carter las críticas sobre su falta
de autoridad, de credibilidad y hasta de competencia tienden a evitar
considerablemente su capacidad de decisión.
83
Es en este cuadro segmentalizado y descentralizado donde surgen
varias políticas de Derechos Humanos, unas más coherentes y realistas,
otras más discriminatorias, selectivas e intervencionistas. Nada más
lejos de
la
realidad pensar que existe una sola política exterior; io
que hay son fragmentos y grupos que presionan por sus políticas. Ante
esta situación la "arrogancia del poder" no es la mejor consejera y,
como se decía en el Senado americano en
el
siglo paSiado: "Una nación
orgullosa no es libertaria sino dictadora", nación válida para todas.
La moral selectiva y
la
improvisación es uno de los puntos de fondo
que se objetan a estas políticas. Estas prácticas hacen recordar que los
"Procónsules" de ayer en el Caribe, hoy día se unen con "los reden–
tores" para sancionar a los que no pueden o no quieren materializar
sus ideales, como se observa en "Visión".
84
Estas prácticas se con_
travienen con el principio de autodeterminación y se agita el músculo
intervencionista al igual que en el pasado, en nombre de un mensaje
libertario. Como manifiesto no-comunista se llama la atención sobre
una solidaridad internacional que trasciende fronteras nacionales, con
lo cual se puede estar creando fuentes de fricciones con gobiernos de
distintas ideologías. Estos pueden reaccionar aumentando la represión,
como fue el caso de Moscú con Anatoli Shcharansky; situación seme–
jante se produjo después de los Acuerdos de Helsinki y Belgrado.
Lo anterior no significa que no se debe presionar a Moscú, pero la
forma debe ser mediante una estrategia global, incluyendo acciones
83
Perina M" RuMn, "Estados Unidos:
¿
Quién tiene el poder?" Carta
Política. mayo de 1978. Ver editorial de U. S. News
&
World Report,
august 21, 1978. "Whose intel'est come first
?"
por Marvin Stone. Ver
también Joseph Eldridge, "Política de Derechos Humanos para América
Latina: Papel del Congreso". Cuademos Semestrales CIDE,
2Q
semes–
tre 1978, pp. 275-285. Examinando el Indice de Human Rights Internet
(Vol. I al 111, 1976-1978) aparecen cerca de 300 asociaciones y grupos
jugando un roL activo en la promoción de los Derechos Humanos.
84
En este punto sobre la falta de
coh~rencia
<!oinciden las críticas de
centro, izquierda y derecha. Ver: Visión, Winthrop Carty, 22 de septiem–
bre de 1978; Noam Chomsky, "La Administración Carter mito o reali–
dad", Cuadernos Semestrales CIDE, números 2-3, mayo de 1978, pp.
177-207; "Derechos Humanos e Intervención foránea", Semana Política,
rlomingo 6 de mayo de 1977, "El Mercurio". El hecho de plantear estas
críticas desde América Latina no significa que en Foreign Affairs, Fo–
reign Policy
y
otros prestigiados foros también se han denunciado estos
obstáculos reales.
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