Idealismo e imperialismo en la política exterior de estados Unidos - page 52

derechos. Estos tres niveles mlfilmos, suponen que los gobiernos auto–
ritarios y democráticos abandonen
la
arrogancia y adopten una polí_
tica de apoyo realista a los Derechos Humanos.
Para terminar y después de haber sostenido que existen limitacio–
nes formales y estructurales de carácter nacional e internacional para
la adopción de "una" política global de Derechos Humanos, bay que
reconocer que algunas de estas políticas han sido exitosas y que, la cri–
sis y toma de conciencia sobre estos Derechos es uno de los "signos
más importantes de Jos tiempos", como declaró
el
Papa Juan Pablo
JI.
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Todos los pueblos debieran unirse para descifrar y ayudar
:a
educar sobre este "signo de los tiempos". Este "signo de los tiem_
pos" debe ser un renacer del Idealismo y nunca una versión de la idea
imperial. Ante est.a disyuntiva, la promoción de los Derechos Huma_
nos debe hacerse sin discriminación y con abandono de actitudes auto–
cráticas. Esta es una tarea política, que trasciende a un país o ideolo_
gía o a un líder, por carismático que quiera aparecer. Esta es una tarea
planetaria y universal, cuyo debate debe hacerse con criterios pluralis_
tas y tomando en cuenta las tradiciones de cada cultura en particular.
En esta tarea, los jardineros con su paciencia y sabiduría pueden ser
más útiles que los acróbatas y arquitectos. Labradores y jardineros
conocen el ritmo natural de las cosas y desconocen el arte del engaño.
Nada más erróneo que desprestigiar los Derechos Humanos por el
deseo de deslumbrar con una cosmética de un "nuevo 'orden" dentro
de un gran desorden y con prácticas que lleven a un cinismo nacional
e internacional.
Sólo mediante un diálogo global, sobre un verdadero nuevo orden,
interno e internacional,
el
debate de los Derechos Humanos en el
mundo capitalista y no capitalista puede plasmarse en un verdadero
"manifiesto de los pueblos en el futuro", capaz de transformar políti–
camente, el viejo "orden" mundial.
La crisis de las democracias en Occidente y América Latina creó la
necesidad de un renacimiento de los Derechos Humanos. Más que in_
tento de un país o líder este es un proceso por un nuevo orden ecu–
ménico que supera las barreras geográficas e ideológicas. Por lo mis_
mo, su éxito depende de un esfuerzo interno y multinacional para re–
pudiar toda forma de "barbarismo" y recuperar al hombre con sus
deberes y derechos.
8S
En su primera Encíclica S. S. Juan Paulo II exalta eL valor del
hombre
y
condena los abusos contra su dignidad. Esta línea de pensa–
miento también ha ido madurando en la Iglesia desde Medellín a Puebla
y
desde Pablo VI a Juan Pablo
n.
Sobre este tema
y
su importancia en
la
nueva diplomacia del Vaticano, ver mi artículo: "La Diplomacia del
Vaticano: De Paulo VI a Juan Paulo 11". Diplomacia, 1979.
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