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Sobresale entre todos el número 28, dedicado a la química medicinal, que
se convirtió en un manual para muchas generaciones de farmacéuticos y
contribuyó a la transmisión de la farmacia árabe al Occidente.
Uno de los grandes aportes originales de la farmacia árabe al mundo oc-
cidental, de índole estrictamente farmacéutico, fue la introducción de
formas de administración desconocidas, entre las que se encontraban los
jarabes, conservas,
julepes
(bebida medicinal hecha con una mezcla de agua
destilada, jarabe y otras sustancias) y
electuarios
(mezclas en frío de pulpas
de frutos con miel o con jarabe), echando por tierra la creencia de que sólo
los medicamentos amargos eran eficaces. Los árabes también introdujeron
extractos aromáticos como el agua de rosas, la peladura de naranja y de
limón y la goma de tragacanto.
La aparición de la primera botica, regida por un farmacéutico que reali-
zaba todos los servicios inherentes a la profesión, ocurrió en Bagdad (fun-
dada en 762). Esta ciudad se convirtió en la capital del imperio del califa
Al-Mansur
y centro de actividad científica e intelectual. Entre los años 775
y 785 surgieron las primeras boticas privadas.
Los farmacéuticos árabes originales no recibían educación médica o far-
macéutica formal. Recién en el siglo IX se desarrolló una clase farmacéuti-
ca de instrucción y la farmacia adquirió pleno reconocimiento como pro-
fesión. Durante ese siglo se practicó profesionalmente en diversas ciudades
del mundo árabe. Los médicos comenzaron a confiar en los farmacéuticos
como profesionales para hacer efectivas sus recetas.
Una profesión no puede considerarse definida hasta no haber formulado
y aceptado un código de ética. En lo que respecta al mundo árabe, éste
apareció en El Cairo en el siglo XIII. Su autor ofreció una deontología
farmacéutica e instrucciones para el buen funcionamiento de la botica.
Por otra parte, la estrecha relación que los árabes establecieron entre far-
macia y alquimia, permitió un conocimiento más profundo de la química