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Frente a esta forma de medicina, generalmente denominada medicina
científico natural, se levantó una resistencia con diversas formas de ex-
presión. Una fue llamada “medicina psicosomática”. Desde la patología
funcional de von Bergmann hasta el psicoanálisis de Groddeck y de Freud,
pasando por una amplia variedad de movimientos y tendencias, lo psico-
somático en medicina fue rescatado como la inspiración de la medicina
romántica de fusionar lo aparentemente diverso (
psique
y
soma
, por ejem-
plo) en el plano de lo ideal. El hombre como unidad, el hombre como
proyecto, el hombre como destino. La totalidad de lo fenoménico con la
totalidad de lo temporal constituyen la vida humana y el padecer será algo
más que biológico: siempre será biográfico. En la enfermedad se revelan
estratos que la ciencia positiva no ha considerado a cabalidad, por ejem-
plo, el inconsciente, el cual se asimila a las formas más usuales de la teoría
de la neurosis o es término en la ecuación humana que adquiere sentido y
validez al confrontárselo con la conciencia.
La psicosomática representa una formulación pragmática de problemas
perennes a los que no da sino una solución encubridora
(11)
. Propone,
por ejemplo, la integración de la psicoterapia al arsenal de recursos tera-
péuticos. Sugiere que las formas específicas del conflicto, de la actitud o de
la personalidad moldean patoplásticamente el padecer. Insinúa, pero no
concreta, formas de organización del trabajo clínico que han de vincular
especialistas, uniformar lenguajes y reestructurar instituciones. Finalmen-
te, al otro lado del Atlántico, queda despojada de su tonalidad filosófica y
se convierte en una yuxtaposición de especialidades médicas: psiquiatría
en el hospital general. Psiquiatras que laboran junto a médicos internistas
y otros expertos abonan el terreno para una consideración del paciente en
tanto paciente, del médico en tanto partícipe de un diálogo con sus enfer-
mos y de la institución como contexto de ese diálogo. Ese desarrollo, sin
embargo, no alcanzó a ser presenciado en su tierra por los médicos alema-
nes de la Escuela de Heidelberg. Entre otras cosas porque en su momento
germinal desconfían del psicoanálisis, doctrina promotora de la apertura
psicosomática. También, porque sus instituciones experimentan la para-
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