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Por ello, la tesis de que no se sentó en el banquillo de los acusados un grupo
de personas sino el espíritu de la medicina científico-natural, si bien intere-
sante, pierde algo de su atractivo inicial. La medicina objetivadora degrada
al ser humano a la condición de una máquina. El médico es un artesano
ilustrado que puede reparar al individuo como objeto, ignorando que es
otro personal. Una medicina así concebida está inerme frente a la escalada
de la inhumanidad. Su dimensión interpersonal está trunca, no perdida,
solamente limitada. Tal es la tesis que propone Viktor von Weizsäcker en
su artículo de 1947, «“Eutanasia” y experimentación humana», publicado
en el primer número de la revista
Psyche
. Su argumentación es de una
ambigüedad que hoy cuesta entender y por eso exige una sensibilidad his-
tórica, ausente en la simplista versión de los textos corrientes de bioética.
Weizsäcker alude al verdadero fin de la medicina, que es destruir la vida
sin valor. Expresión ésta que en espíritus bastos puede conducir a equívo-
cos, pues puede tomarse, erróneamente, como justificación de destrucción
y matanzas. Lo que Weizsäcker afirma es que el
sinvalor
de la vida enferma
o menoscabada debe ser eliminado (y reemplazado por vida con valor) y
esa es la finalidad de los oficios de ayuda. También alude a los conceptos
de solidaridad y reciprocidad cuando discute la paradoja de que a veces el
sacrificio de unos pocos sirve al conjunto. Este argumento reaparece en
distintos contextos. Por ejemplo, aliviar al sufriente siempre ha conlleva-
do un balance de riesgo y beneficio, pues hay tratamientos que parecen
dañar y que, correctamente usados, salvan vidas. El argumento de que la
investigación médica arriesgará la vida o la seguridad de algunas personas
pero se justifica por el gran valor que tendrán sus datos para el futuro de la
humanidad es complejo. En él interviene algo de filotecnia, amor al arte,
filoantropía, amor a la humanidad, y autofilia, el amor a sí mismo que
caracteriza al investigador. Una conducta íntegra en este plano es fruto de
una ilustración de las conciencias y no de la simple imposición de un texto
jurídico o una bienintencionada declaración de principios éticos.
Hemos recordado que al crearse la AMM los médicos alemanes tuvieron
dificultades para ser admitidos, precisamente porque se le pidió a aquel
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