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co: Tellenbach, Blankenburg, entre otros, sin abandonar su desconfianza
frente al psicoanálisis.
La tradición aquí aludida puede empezar con Ludolf von Krehl y concluir
con Peter Hahn. Aunque podría indagarse por ramificaciones, la fijación
temporal de los límites contribuye a precisar el examen.
Los estadios de desarrollo de la Escuela de Heidelberg
Hemos presentado algunos aspectos de esta historia en el prólogo a la tra-
ducción de la obra de Paul Christian, “Medicina Antropológica” (1997)
(5)
. Aquí es menester repetir sucintamente los argumentos principales.
Viktor von Weizsäcker da como “fecha de nacimiento” de la antropología
médica el año 1927. La serie de artículos titulada luego
Stücke einer medi-
zinischen Anthropologie
aparecida en la revista
Die Kreatur
, que fundara y
dirigiera con Martin Buber y Hans Wittig, es señalada en 1948 como fun-
dacional
(14)
. “Antropología médica” es concepto lo suficientemente am-
plio como para abarcar intentos similares, previos y posteriores, de situar el
arte médico en el horizonte de la reflexión. No obstante, la íntima conexión
de lo personal y existencial con lo técnico tuvo en la escuela weizsäckeriana
una impronta única. Si se deseara resumir en un par de palabras en qué
consistió tal carácter, podría decirse que fue la relativización, humana y
por ende mudable, de las aparentes certidumbres que las ciencias positivas
habían traído a la medicina académica desde el siglo XIX. No es de extrañar
que en los momentos germinales se tuviera al psicoanálisis y otras técnicas
para “desenmascarar lo real” y situar los progresos de la técnica en una di-
mensión personal como parte integral del movimiento antropológico.
Quien tal vez mejor entendió los caracteres de esta orientación de la me-
dicina alemana, y concretamente su versión
heidelbergensis
, fue Pedro Laín
Entralgo. Bautizó como Escuela de Heidelberg la corriente iniciada por
von Krehl en un libro publicado en alemán bajo el título “
Die Heilkunde
in geschichtlicher Entscheidung
(15)
. Por cierto, otros también incursiona-
ron en este análisis, como el profesor Rof Carballo, quien en numerosos
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