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didas destructivas, podría incluso impedirse la necesaria individuación del
enfermo, que es parte de su curación trascendental.
El sacrificio, finalmente, ofrece una perspectiva diferente. El principio de
solidaridad parece ser su forma moderna y secular. Si todo un pueblo se
encuentra en peligro y este peligro puede ser eliminado con la muerte de
algunos de sus miembros, se puede fundamentar la muerte. No es, obser-
va von Weizsäcker, una reflexión amable y sus consecuencias tampoco lo
son, especialmente si se tiene en cuenta que la medicina nunca ha tenido
un punto de vista exclusivamente individualista. La solidaridad se realiza
en la unión de las necesidades de la sociedad con las del individuo.
No puede dejar de observarse que la idea de sacrificio fue peligrosamen-
te usada en el régimen nacionalsocialista, juntando salvación y muerte.
Salvación mediante la muerte es el sentimiento que se esconde tras los
sacrificios de Abraham, de Agamenón, de la propia creencia cristiana. Lo
sacrificial violento se junta de varias formas con lo sagrado. En la medicina
el concepto de sacrificio ha de jugar un papel, si bien la forma que él adop-
tó en el régimen hitleriano no fundamenta una adecuada actitud médica.
Desarrollar el concepto de sacrificio en la medicina es necesario. Para ello
es esencial preguntar quién sacrifica a quién. Es aquí donde el principio de
reciprocidad, próximo al de solidaridad, debe entrar en escena. No sobre
la base de pura autoridad superior, sino sobre el principio de reciprocidad-
solidaridad pueden justificarse medidas como la privación de libertad y la
internación forzosa de pacientes psiquiátricos. Es este principio el único
que puede fundamentar además la autoridad profesional para llevar a cabo
medidas que pueden parecer contrarias a los intereses del individuo. Es la
ausencia de reciprocidad-solidaridad lo que convierte a la así llamada euta-
nasia del Tercer Reich en una medida inapropiada y condenable. Es haber
sido hecha por autoridad, basada en la superioridad de algunos que dijeron
hablar en nombre de la medicina y de la patria. Sólo la autoinmolación o
la muerte consensualmente aceptada podrían acercarse a una justificación
médica de la muerte inducida. Por otra parte, no se trata de preservar la
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