DERECHO
INTERNACIONAL
ro; i
para
los lectores de
otra
clase,
toda
explicacin
h
ti
biera
sido
por domas.
Cerrada
esta
puerta,
se nos
hu
bieran escabullido
por
otra.
La verdad
es
una,
i
los
modos de
delirar infinitos.
Se ratifica
El Valdiviano
en
su
juicio
de la
aprobacin
tcita,
por haber dicho
nosotros
que los
americanos
so
han
explicado
sobre la
materia
con una
franqueza
que
los
honra,
declarando
terminantemente
lo
que
piden
i
lo
que
estn
dispuestos
a
conceder. El verbo
pedir
le
disuena. Ya
se
figura
en
su
imajinacion
a
los ministros
espaoles
llenos
de
lisonjeras
esperanzas, porque
los
americanos
les
piden.
Ya
oye
hasta las
expresiones
que
se
dicen
unos
a
otros
en
el
gabinete,
confabulndose
para vendernos al
mas
alto
precio
lo que
pedimos.
El
Valdiviano
pudo
ahorrarse
esas
profundas
combi
naciones
piolticas
con
recurrir
al diccionario de la len
gua, donde
hubiera
visto
qu,
no
solo
se
pide
favor
i
se
pide
limosna,
sino
se
pide
en
justicia,
se
pide
un
precio
por
lo
que
se
concede,
i
pidiendo
se
reclama,
se
deman
da,
se
exije.
Pudo
al
mismo
tiempo
haber
reflexionado
que
los favores
no
se
piden
terminantemente,
i
que
este
modo de
pedir
es mas
propio
del
que reclama
un
acto
de
justicia
con
las
armas en
la
mano,
que
del
que
soli
cita
una
gracia.
El reconocimiento
de
nuestra
indepicndencia
no
ser
un
favor
de la
Espaa,
piero
ser
siempre
un
bien
para
la
Amrica,
porque
la
paz
es
un
bien,
i
piorque
ella
exten
der
nuestro
comercio,
ponindonos
en
relacin,
sea
con
la
Espaa
misma,
sea
con
otras naciones
que
se
abstie
nen
de
tratar
con
nosotros
mientras
carecemos
de
un
ttulo,
que,
segn
ellas,
es
necesario
para
lejitimar
nues
tra
existencia
poltica.
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