INTRODUCCION
XXV
aos
sin
entrar
en
relaciones
con
la
antigua
metrpoli,
para
que
no
reviviesen
las funestas
preocupaciones
de
la
poca
colonial;
i
que, terminado
ese
plazo,
la
Espaa
debia
pagar
las deudas
que
habian
contrado para
repe
ler la
guerra'
mas
atroz,
injusta
i
brbara
que
habian
visto
los
siglos.
Don Andrs
Bello
contest
lo que
sigue
en
el nmero
235
de
El Araucano fecha
13
de
marzo
de
1835:
El
Valdiviaiio
ha
tomado,
tiempo
hace,
el
deslucido
trabajo
de
glosar
nuestros
artculos,
pero
de
un
modo
sumamente
lisonjero
para los
editores,
pues
sus
cargos
son
tan
ftiles,
sus
interpretaciones
tan
violentas,
sus
argumentos
tan
areos
i
alambicados,
que
no
parece
sino
que,
por falta de
materia
en
que
ejercitar
la
crtica,
se
forja
l
mismo,
como su
prototipo
el
injenioso
caballero
de la
Mancha,
los
monstruos
i
jigantes
contra
quienes
enristra
la
lanza.
<EI Araucano
,
dice,
parece
mas
bien
un
partidario
de
la
Espaa,
que
un
verdadero
hijo
de
la
Amrica,
al la
mentarse,
como
lo
hace,
deque
los
sucesores
de Cea Ber-
mdez
no
hayan
dado
un
paso sobre
el
reconocimiento
de la
Amrica.
Los lectores que
tengan
la bondad de
pasar
la
vista
por
el
artculo
editorial de
nuestro
nmero
232,
a
cjue
se
refiere
El
Valdiviano,
vern
el candor
con
que
nos
atribuye
lamentos
donde
no
hai
frase,
ni
palabra,
ni
cosa
alguna
que lo
parezca.
Nos limitamos all
a
manifestar
motivos
de recelo por
la
conducta reservada
i misteriosa
de
la
administracin
espaola
en una
cuestin
que,
a
nuestro
entender,
no
exije
mas
que
buena
fe
i
franque
za; i
se
necesitaba
toda
la
perspicacia
de
El Valdiviano
1...,14,15,16,17,18,19,20,21,22,23 25,26,27,28,29,30,31,32,33,34,...637