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En 2014 comenzó la implementación del programa

“Incorporación de la Perspectiva de Género en la

Educación” en Paillaco, sólo dos semanas después del

femicidio de María Elena Fuentealba en esa comuna

de la región de Los Ríos. ¿El objetivo? En palabras

de la alcaldesa Ramona Reyes Painaqueo, “que nunca

más tengamos que lamentar que una de nuestras mu-

jeres muera por alguien que dijo amarla”.

Salas cunas, jardines infantiles, escuelas, multigrados

y un liceo han sido hasta hoy parte de este programa

de largo aliento ubicado en una de las regiones con

alta prevalencia de la violencia hacia las mujeres. La

apuesta ha sido por escuelas “coeducativas” que “se

cuestionan los modelos patriarcales heredados y exa-

minan sus planes y prácticas a partir de ello”, explica

Camila Flores, quien se ha encargado de diseñar y

levantar este programa. Esto último ha apuntado

en revisar el llamado currículo oculto, aquel en que

profesores y profesoras de forma implícita suelen

reforzar relaciones sociales desiguales, donde se so-

brevalora a los hombres e inferioriza a las mujeres,

como sucede en los ramos de Matemática o Edu-

cación Física, o en el uso del lenguaje y los textos

escolares, donde se invisibiliza y omite a las mujeres.

Flores cuenta que a partir de los talleres que reali-

zaron para concientizar y sensibilizar sobre el se-

xismo, emergieron reflexiones donde los mismos

profesores y profesoras identificaron que reprodu-

cían un sesgo sexista en su lenguaje o la reparti-

ción de tareas dentro del aula. “Por ejemplo, los

niños eran enviados a realizar trabajo de fuerza y

las niñas, a limpiar”.

Hoy los jardines infantiles cuentan con un muro por

la igualdad de género donde apoderadas y apodera-

dos figuran realizando cosas atípicas al rol patriarcal

de “mujer cuidadora” y “hombre proveedor”, o “mu-

jer sensible” y “hombre fuerte”.

Camila Flores aclara que lo que busca este programa

es un cambio cultural, “no busca respuestas en un

Simce, sino que busca un cambio mucho más sub-

jetivo y lento”. Frente a ello, explica que ha sido im-

portante la labor con toda la comunidad educativa,

siendo clave el trabajo con docentes. “En un primer

momento, muchos reaccionaron diciendo ‘¿Por qué

tenemos que preocuparnos de esto si éste es un tema

de la crianza?’, ‘tenemos que preocuparnos del Sim-

ce, la PSU’ o quejándose: ‘otro programa más con el

poco tiempo que tenemos’…”.

Actualmente, más de la mitad de las y los profesores

de la comuna considera que es importante incluir la

perspectiva de género en educación. Han pasado casi

dos años y la idea de educar para prevenir la violencia

y avanzar en la equidad de género sigue siendo el hori-

zonte de esta comunidad. “El tema se mueve y vemos

que Paillaco está cambiando. Cada jardín, escuela y

liceo avanza de acuerdo a sus expectativas y espacios,

entendiendo que cada uno es un universo distinto y

merece un trabajo particular”, afirma Flores.

Una comunidad en contra

de la violencia

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Dossier / Nº3 2016 / P.P.