lo que es personal o corpo-
rativamente conveniente y
se descalifica lo que atenta
contra aquello. Puede que
no sea así, pero también
puede que lo sea.
En el tema de las univer-
sidades, las argumenta-
ciones recurren a com-
paraciones que permitan
ordenar de mejor a peor
las universidades existen-
tes. Es el famoso ranking
(usted escoja el que le pa-
rezca mejor), listado orde-
nado de universidades que supuestamente permiti-
ría definir a las mejores y las peores, con números,
científicamente. A partir de ahí los emoticones
alegres cuando la propia universidad mejora en al-
gún ranking y los emoticones tristes cuando baja.
A partir de ahí los enormes esfuerzos desplegados
para juntar los méritos que se evalúan a la hora de
los ranking. A partir de ahí el látigo y las lágrimas,
los incentivos y las medallas, todo para tratar de
llegar a ser lo que no se es.
Pero antes, en mi infantilismo vergonzante, permí-
tanme también hacer preguntas, naturalmente in-
fantiles. ¿Qué miden los ranking? Los ranking, con
elaborados conceptos, analíticas dimensiones y pre-
cisos indicadores, indiscutibles y objetivos, tratan de
medir en general y abstracto algo que es histórico y
concreto. Se hacen mediciones sobre el supuesto de
que lo que es importante para unos es importante
para todos y que no hay ninguna duda de que lo
importante es importante. Pero siguiendo al mismo
Federico, tengo la impresión de que la definición de
los valores siempre implica una posición de domi-
nación: el que manda impone sus valores; lo que es
bueno y lo que es malo, lo que es bello y lo que es
feo. Las denuncias que actualmente se hacen, por los
críticos de siempre, contra
el eurocentrismo y que
más propiamente deberían
dirigirse ahora respecto al
estadosunidosdeaméricacen-
trismo
, es el reconocimien-
to de que por estos lados
la tendencia es medirse de
acuerdo a los parámetros
que establecen los países
centrales, los dominantes
en el concierto mundial,
concierto en el que por
aquí no tenemos pito que
tocar. El complejo de no
ser altos, rubios y de ojos
azules sólo se puede pagar exhibiendo en publicidad
figuras que se parezcan a eso. El complejo de estar
colgando de los rankings universitarios se paga rene-
gando de nuestras historias y proyectos para intentar
copiar en inglés el diseño de los grandes.
No es para menos: en el famoso ranking de Shan-
ghai no aparece ninguna universidad latinoamerica-
na entre las cien mejores. Por otra parte, entre las
cincuenta mejores universidades del mundo, 33 son
de Estados Unidos y 42 de habla inglesa; entre las
cien mejores universidades del mundo más de la mi-
tad son de Estados Unidos. Interesante, diría Fede-
rico: eso de definir lo bueno y lo malo es cosa seria.
Sin embargo, los conquistadores españoles fue-
ron bastante rápidos en establecer universidades
en América, no así los portugueses, que dejaron a
Brasil sin universidades hasta avanzado el siglo XX.
Salamanca y Alcalá de Henares fueron los modelos
hispánicos. La Universidad de Salamanca es funda-
da por el rey, la de Alcalá de Henares es fundada por
el Cardenal Cisneros por una bula papal. Y, aunque
usted no lo crea, algunos señalan que aquí estaría el
origen de los dos principales tipos de universidades
que germinaron aquí: universidades públicas y uni-
“Sin temor al ridículo,
algunos han sostenido que en
Chile ha sido el desarrollo de las
universidades privadas lo que ha
permitido el fuerte aumento de las
matrículas en el sector terciario,
sin considerar que en todas
partes y con distintos modelos,
más públicos o más privados,
se produjo ese mismo aumento.
Pero la lógica hace tiempo que
está en retirada y el principio de
causalidad da para todo”.
P.61
Dossier / Nº1 2016 / P.P.