los países que formaban la OCDE invertían un 1,6
por ciento. Hay un evidente atraso en nuestro país
en esta dirección. Por cierto, no todos los recursos
en investigación y desarrollo son públicos. La rea-
lidad es heterogénea, pero alrededor de un 40 por
ciento, en promedio, proviene de fondos públicos
en los países de la OCDE.
En el número de investigadores por cada mil perso-
nas empleadas, controlando por el ingreso per cápi-
ta, Chile está muy por debajo del que tendría que te-
ner: 0,79 por ciento de investigadores por cada mil
empleados contratados y asalariados. Senegal tiene
0,93 por ciento. Aquí hay una fuente adicional de
presión sobre el sistema de Educación Superior. La
reforma chilena hay que ponerla en este contexto.
Evitar los polos público-privado
La reforma a la Educación Superior, que la pre-
sentan como un cambio de paradigma, supondría
transitar de un modelo neoliberal a uno que podría-
mos llamar nórdico, reemplazando a un sistema de
Educación Superior -que se dice- coordinado por el
mercado a uno guiado y financiado por el Estado.
Con ello, se argumenta, se podría acabar con la su-
puesta mercantilización de la Educación Superior
para transformar el acceso a ésta en un derecho so-
cial y, al mismo tiempo, asegurar una mayor plani-
ficación y coordinación del Estado que vele por la
gobernabilidad del sistema, su apropiada expansión
y el interés público. Me parece una visión muy sim-
plificada, donde el debate del futuro del sistema de
Educación Superior se reduce a un esquema binario.
Sin embargo, como muestra la experiencia compa-
rada y la misma presentación del profesor Pusser,
el desarrollo del sistema de Educación Superior es
más complejo que este esquema binario. Parado-
jalmente, en esta visión la idea de universidad que
ha sido fundamental en los últimos 50 años pier-
de relevancia. Lo que se destaca, más bien, es qué
tan cerca estamos de uno o del otro polo. Pero la
experiencia real no es ni blanca ni negra; es una
experiencia llena de matices donde los polos son
poco relevantes a la hora de definir hacia dónde va
a ir caminando el sistema de Educación Superior y,
más importante, hacia dónde van a ir caminando
cada una de las funciones.
Los desafíos de la Educación Superior chilena son di-
versos y sería un error reducirlos meramente a esta
discusión anclada en un esquema binario, que por sí
mismo no asegurará un buen desarrollo de nuestro
sistema. La experiencia internacional da cuenta de las
complejidades involucradas en satisfacer los distintos
propósitos de la Educación Superior. Tenemos que
elevar la complejidad del debate, hacernos cargo de
los distintos planteamientos y evitar caer en esta dis-
cusión de polos que no conduce a ninguna parte.
“La experiencia real no es ni blanca ni negra;
es una experiencia
llena de matices donde los polos (público-privado) son poco
relevantes a la hora de definir hacia dónde va
a ir caminando el sistema de Educación Superior y, más importante,
hacia dónde van a ir caminando cada una de las funciones”.
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P.P. / Nº1 2016 / Dossier