de desarrollo que queremos para el país. Mi tercer
punto, en línea con el anterior, se relaciona con el
rol del Estado en este modelo de desarrollo. Especí-
ficamente, la Educación Superior estatal tiene que ir
de la mano con el proyecto de Estado.
La Educación Superior
en la arena política
Comienzo por relevar la idea de que el sistema de
Educación Superior es una arena que se construye
políticamente, donde el Estado juega un rol central
porque financia, certifica, regula y determina cuál
es la combinación de instituciones u organizaciones
que van a proveer Educación Superior. En princi-
pio, lo central es que distintos tipos de organizacio-
nes -privadas y públicas; privadas con y sin fines lu-
cro; confesionales y no confesionales- van a ofrecer
diversas prioridades asociadas a esa educación. Por
eso, ineludiblemente, se trata de una discusión cru-
zada por intereses e ideologías.
Valoro el esfuerzo de situar el debate de la Educa-
ción Superior chilena en un contexto comparado e
histórico, pero es indispensable entender cuáles son
los determinantes políticos que nos tienen en la si-
tuación actual.
El caso chileno tiene cierto dramatismo, porque
uno asocia buena parte de lo que es el sistema
actual a la reforma radical durante la dictadura.
Ese quiebre es sincrónico con un giro ideológico
a nivel más global, lo que algunos denominan la
hegemonía o el momento neoliberal. Brevemente,
después del golpe de Estado de 1973 hay una res-
tructuración completa de la Educación Superior;
se produce una balcanización de la Universidad
de Chile y de las universidades estatales, una in-
tervención directa de las universidades, un éxodo
importante de académicos y estudiantes. Esta in-
tervención no fue motivada por el desarrollo de
comunidades de Educación Superior orientadas a
servir el desarrollo nacional.
A partir de los ‘80, el surgimiento de decenas de
universidades privadas y el retraimiento del Estado
se asocian con una orientación al mercado y bajísi-
ma regulación, donde los incentivos están puestos
en la captación de matrícula. Esto redunda, entre
otras cosas, en una heterogeneidad enorme entre el
tipo de instituciones, las calidades que ofrecen, su
complejidad, sus misiones, etc. La pertinencia de
una fracción importante de una oferta desregulada
de carreras ha sido cuestionada ampliamente.
Al mismo tiempo y por distintas causas, espe-
cialmente a partir de la transición democrática e
intensamente en la década del 2000, se produ-
ce una expansión enorme de la matrícula y con
ello del financiamiento privado a la educación, en
particular de los hogares, muchas veces asociado
con niveles de endeudamiento elevado de los es-
tudiantes y sus familias. La expansión de la ma-
trícula fue absorbida principalmente por univer-
sidades privadas y allí, implícita o explícitamente,
hubo una decisión política.
Entonces, es importante considerar esta dimensión
política y, hoy, la redefinición o reestructuración del
sistema de Educación Superior chileno también for-
ma parte de un debate político más extenso. Hay
un contexto internacional donde ha comenzado a
cuestionarse el paradigma neoliberal por múltiples
razones y, por lo tanto, es importante entender ese
contexto. Y quiero entonces terminar esta primera
nota sobre la importancia de considerar a la Educa-
ción Superior como parte de una arena que se cons-
truye políticamente, señalando dos riesgos.
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Dossier / Nº1 2016 / P.P.