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Cuando hay panoramas de crisis política como la que tenemos hoy en Chile ¿qué rol piensas
que le queda a los intelectuales, sobre todo a los vinculados a la producción cultural?
-Es un rol fundamental. Yo creo que el artista e intelectual juega muchos papeles, por-
que tiene el privilegio de que justamente funciona en un espacio de libertad que nuestras
sociedades todavía nos ofrecen. Pero ese privilegio viene con una responsabilidad, que es
comprometerse con la realidad, con el contexto en el cual vive, y participar del debate de-
mocrático en torno a los grandes temas de la sociedad. Y creo que la voz de los intelectuales
es fundamental, porque es una voz libre, es una voz que no tiene que ser necesariamente
partidaria, que viene del intelecto, del sentido común, de la creatividad, y podemos aportar
mucho a la sociedad de manera muy creativa. Me parece fundamental que en las sociedades
se construyan mecanismos para que se escuche y participe la voz del intelectual.
Te has definido como un “fanático de la información”. Actualmente sucede que es dema-
siado lo que circula, el ruido, la sobreinformación. ¿Cómo controla uno todo lo que está
recibiendo constantemente, este bombardeo?
-Es un gran desafío y un verdadero trabajo. Y la verdad es que la mayoría de la gen-
te no hace ese trabajo, por lo que consume información de manera consciente en una
medida muy menor y de manera inconsciente en una medida mucho mayor. Y sufrimos
todos de ese consumo, porque la mayoría es más desinformación que información; por-
que la información está descontextualizada, ofrecida desde un punto de vista totalmente
ideológico, y por lo tanto la gente se
alimenta de una cantidad enorme de
información que le afecta cómo ve el
mundo y no está consciente de que su
visión del mundo está siendo afectada
por estos medios de comunicación.
Eso es una tragedia. A mí me intere-
sa mucho justamente ver a través de
toda esa masa que supuestamente nos
informa, tratar de llegar a la verdad.
Es un trabajo de dedicación que hay
que hacer, por eso es que destino dos horas de cada día a estudiar la prensa, y cuando
un tema me interesa, me interesa leer entre líneas, ir más allá, ver los distintos puntos de
vista y hacerme yo mismo una película más completa a partir de lo que leo o lo que veo.
Pero la mayoría de la gente no funciona así; les basta tener un par de titulares y con eso
se forman una opinión. Yo no soy así.
Y con tanta información, tanto conocimiento ¿crees que hoy es posible conmover al públi-
co, sobre todo desde el arte?
-Absolutamente, pero hay que contextualizar. Hoy día una imagen de dolor no sobrevi-
ve al mar de consumismo en el cual vivimos. Cuando nos cuentan historias, primero están
descontextualizadas, no nos explican por qué ocurrió, qué es lo que tenemos nosotros que
ver con esta historia. Y está perdida en un mar de consumismo, publicidades, entreteni-
mientos escapistas. Por lo tanto, es muy difícil que estas imágenes nos conmuevan. Pero
sí de vez en cuando se da el caso que ocurren, por eso en el fondo el mundo del arte es un
mundo muy privilegiado, muy protegido aún, donde podemos hacer a las imágenes tener
su peso, podemos crear imágenes que afecten cambios. Pero el precio que pagamos es que
nuestra audiencia es muy limitada. Entonces sacrificamos la calidad por la cantidad, mien-
tras que la prensa ofrece cantidad y no calidad.
“Cuando digo que todo arte es político
es porque pienso que no se puede crear
nada que de alguna manera no contenga
una concepción del mundo”.
P.28
P.P. / Nº1 2016