Alfredo Jaar (1956), artista, arquitecto, cineasta,
emigró de Chile a comienzos de los 80, aunque viene
de visita por algunas semanas dos o tres veces al año.
La última vez, en diciembre y enero pasados, Jaar
pudo acercarse más de lo habitual a la realidad infor-
mativa chilena y enterarse de los casos de corrupción
en la política nacional.
-La verdad es que me ha producido una gran pena.
No sé si era una utopía o un idealismo mío, pero
siempre vi a Chile como un país diferente en Amé-
rica Latina. Yo no pensaba que había un cierto nivel
de corrupción en Chile, así de simple. A lo mejor
era pura
naïveté
mía, pero pensé que Chile era dife-
rente. La verdad es que fue un choque descubrir el
nivel de corrupción que había a nivel político, afec-
tando el espectro ideológico completo, de izquier-
da a derecha. Fue casi una
especie de cuestionamiento
de mi identidad como chile-
no. Yo no tenía esa imagen
de Chile- asegura.
Jaar, que vive en Nueva York,
Estados Unidos, dice que
desde el exterior los chilenos
están muy curiosos tratando
de comprender qué ha pasa-
do con el segundo periodo
de la Presidenta Michelle
Bachelet. “Teníamos una
imagen de ella de su primer
gobierno y la verdad es que
estamos tratando de enten-
der qué ha ocurrido, qué ha
provocado estos cambios o
estas nuevas leyes que están
saliendo”, dice en referencia
al debate actual sobre la ley
corta antidelincuencia y la
llamada “ley mordaza”.
Ha habido mucha dificultad desde comienzos de la
democracia hasta hoy para volver a recuperar cier-
tas libertades.
-Sí, y me cuesta entender, por ejemplo, el tema
de que los chilenos que estamos afuera no podemos
votar. Es una cosa que me es incomprensible y que he
sufrido en carne propia. Entiendo que es una ley que
salió durante la dictadura, pero yo pensaba que el día
primero de volver a la democracia esa ley se podría
inmediatamente cambiar. Y entiendo que un tema
prusiano de legalidad en Chile impide cambiar la
Constitución, a pesar de que fue elaborada durante la
dictadura. Y no entiendo cómo aún, después de tanto
tiempo, no se ha resuelto este problema. He leído por
ahí que está en vías de resolverse, pero no me consta.
Siempre has dicho que todo el arte es político.
¿Crees que el arte se está moviendo en ese sentido
en Chile hoy?
-Efectivamente. Cuando digo que todo arte es
político es porque pienso que no se puede crear nada
que de alguna manera no contenga una concepción
del mundo. Y esa concepción del mundo que uno
crea en ese objeto, en esa idea, en ese libro, esa pelí-
cula, esa obra de arte, contiene una manera de pensar
el mundo, contiene una ideología política. No hay
duda. Y lo que está pasando en Chile con la gente
joven es en realidad un fenómeno mundial. Porque la
política ha fallado, no sólo en Chile sino que en todas
partes del mundo. Hay una gran desilusión con el
cuerpo político en todos los países en general, por un
lado, y por otro lado se ha consolidado, se ha descu-
bierto que el mundo del arte, el mundo de la cultura,
es el último espacio libre que nos queda. Por lo tanto,
es en ese espacio donde se abre una brecha para, jus-
tamente, hacer otro tipo de política, que en el fondo
consiste en crear modelos de pensar el mundo. Eso
es lo que hacemos los artistas dentro de este espacio
de libertad del arte y la cultura: creamos modelos de
pensar el mundo. Y esos modelos de alguna manera
tienen una gran carga política y existen justamente
porque somos libres aún.
¿Y crees que eso está activo en las nuevas generacio-
nes chilenas?
-No en todos, pero sí me doy cuenta de que está
activo y con razón, porque hay mucho de qué hablar,
justamente porque la política en Chile ha fallado.
Pero como te digo: es un fenómeno absolutamente
mundial. Ahora, tienes que entender una cosa, que
la sociedad en general está presionando a las nuevas
generaciones a participar plenamente del sistema
capitalista, es decir, hacer dinero. Ser ingeniero, ser
banquero. Y esa presión viene no solamente de la
sociedad, sino que de las familias. Es la presión del
mercado. Entonces las nuevas generaciones tienen
que luchar contra estas presiones del mercado para
decidir resistir, y resisten siendo artistas, por lo tanto
“El estado lamentable
en que se encuentra el
Museo de Bellas Artes
o el Museo de Arte
Contemporáneo es
absolutamente vergonzoso.
Hay un desfase total
entre la economía chilena
comparada con las
economías del resto de
América Latina y el
estado de nuestras
instituciones culturales”.
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P.P. / Nº1 2016