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forma cruzada, con otros ministerios. Y también desde fuera,

porque el esfuerzo debe ser transversal”.

Algunas medidas ya han sido aplicadas desde Conicyt, como

la prórroga de proyectos durante el período pre y post natal y

la medición ajustada de la productividad científica de mujeres

que han sido madres. No obstante, no es suficiente. Katia Soto,

Doctora en Ciencias Biológicas y miembro de “Más Ciencia

para Chile”, lo ha vivido al intentar compatibilizar la materni-

dad y sus investigaciones. “Necesito una beca que me permita

vivir y criar a la vez”, reclama. “Desde que tuve a mi hijo dejé de

participar en congresos internacionales porque no tengo cómo

financiarlos. ¿Y qué pasa cuando un niño está lactando? ¿Vas a

estar cinco o seis días lejos de él?”.

Por eso las miradas están puestas en una nueva mesa de trabajo

que está desarrollando Conicyt en torno a las oportunidades

de género. Esto, a pesar de que no se tiene certeza de cuál va

a ser su incidencia en el futuro ministerio. “Creo que vamos a

poder identificar las debilidades y los “al debe” de los distintos

sectores, de manera que uno pide que alguien luego recoja el

guante y efectivamente se defina una agenda de trabajo para

los próximos años a partir de esto”, señala Peña, quien integra

la mesa como representante de

Girls in Tech Chile

.

Un largo camino por recorrer

En diciembre de 2015, la ONU decidió instaurar al 11 de febrero

como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en Ciencias, me-

dida que se enmarca en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de

la Agenda 2030 del organismo. La decisión tiene como objetivo

lograr el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia

para las mujeres y las niñas, y evidencia que a pesar de todos los

esfuerzos realizados durante los últimos años, la brecha de género

en las STEM sigue siendo un problema a nivel mundial.

Entre los diferentes programas que existen, la mayoría coincide

en la importancia de incentivar el acercamiento de niñas a las

ciencias y las tecnologías y romper los estereotipos que marcan es-

tos temas. “Yo hago muchas charlas en colegios de todo nivel y de

todas partes de Chile. Y lo que me impresiona es que hasta quinto

básico, niños y niñas son igualmente curiosos por la ciencia, y en

el caso de la astronomía, les fascina”, dice María Teresa Ruiz. “La

diferencia en su actitud frente a aprender y a investigar las cosas

ocurre después”, advierte la astrónoma.

Cecilia Hidalgo es de la misma opinión. La primera mujer pre-

sidenta del Consejo de Evaluación de la Universidad de Chi-

le ha hecho del asunto una cruzada personal y enfatiza en la

importancia de no coartar a las futuras

generaciones ante estereotipos. “Deberían

hacerse programas nacionales para llevar a

las niñas a hacer experimentos a laborato-

rios; hay que darles confianza”, propone.

“También ampliar los talleres que ya exis-

ten, donde científicas mujeres trabajan

con niñas y les muestran la maravilla que

es investigar el mundo en que vivimos”,

opina la científica, remarcando la necesi-

dad de proveer a las niñas de ejemplos de

científicas como referentes.

La mayoría de quienes trabajan en es-

tos temas comparten que el cambio que

debe darse es profundo y será resultado

de un proceso de largo plazo. Si bien hay

esperanzas encontradas en torno al papel

que podrá cumplir el futuro ministerio,

entre las científicas y activistas hay acuer-

do en que hay que entrar en acción y no

dejar pasar más tiempo para que niñas y

mujeres puedan desarrollarse en el ámbi-

to que deseen y elijan para sus vidas.

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P.P. / Nº1 2016