ticula en el mismo. De pronto un relato
memorial de tiempo pasado, ocurre de
otro modo, porque es crear de nuevo su
interpretación. Los discursos de memo-
ria se están entramando de forma dife-
rente debido a que estamos hablando de
víctimas de la democracia. Pilar Calveiro
en su libro
Violencias de Estado
marca
cómo se reitera una práctica que en el
aparato policial, penitenciario y en las
fuerzas represivas queda asociado con la
animadversión por lo social y que brota
en cualquier circunstancia.
¿Eso se relaciona con los cambios de re-
presentación identitaria donde el racismo
que nadie comparte justifica el clasismo
que siempre ha parecido inevitable?
Totalmente. Los enunciados que aca-
bamos de dar de ejemplo no son racistas,
son clasistas. En todo caso es una cober-
tura de lo mismo, destinada a acentuar
las diferencias. Nadie encubre, en este
nivel, lo que piensa, pero poner eso en
el discurso público atenta contra la ética
del discurso. ¿Qué hacemos nosotros con
eso? Esta escalada de la violencia, de las
emociones que conspiran contra la racio-
nalidad y/o la argumentación plantean
problemas ¿qué hacemos con eso?
Los modelos educativos también apor-
tan a estas visiones por su segregación,
acceso y contenidos. La educación no
sería un filtro contenedor, más bien es-
timularía la desigualdad.
El problema está en la formación pri-
maria y secundaria, ahí no se logró dar un
“Cuando el ministro de Hacienda
de Argentina trata de ñoquis a los
trabajadores, sólo está justificando
la violencia del Estado”.
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Nº3 2016 / P.P.