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tástrofe y la designación del ministro de

Economía, Luis Felipe Céspedes, como

coordinador del conflicto, los habitantes

de Chiloé acordaron con el Gobierno

la entrega de un bono de 750 mil pesos

para los pescadores afectados. La isla vol-

vía entonces a la normalidad. Sin embar-

go, queda mucho trabajo por delante.

“Las soluciones no fueron distintas a las

que se habían propuesto inicialmente,

pero por el cansancio y por el trabajo de ir

dividiendo al movimiento social pedazo

por pedazo, consiguieron acuerdos que

estuvieron basados en la desesperación

de la gente. Y esa no es una actitud que

le haga a uno mirar con optimismo los

sucesos futuros. No podemos decir que

el conflicto social y las razones profun-

das que determinaron las movilizaciones

hayan sido solucionadas en lo absoluto.

Hay muchísimo pendiente”, estima Ben-

jamín Suárez, de Labtox.

A semanas de terminado el conflicto,

Daniel Pantoja cree que “el Estado no ha

hecho un mea culpa, no ha tomado cartas

en el asunto”. No obstante, el dirigente es

optimista. “Las crisis sirven para revertir

y generar nuevas políticas y cambios. El

Estado tiene la gran oportunidad de to-

mar a Chiloé y transformarlo en una re-

gión modelo en cuanto a su desarrollo,

inyectándole el dinero que necesita para

generar nuevas formas de producción,

para que la gente vuelva al campo, para

dar educación en la isla, generar políticas

adecuadas con modelos económicos ade-

cuados a la cultura local, porque si no,

nos vamos a pasar dando limosnas, solu-

ciones parche”, dice el dirigente.

Como plantea la profesora Bustos, “en-

tender la marea roja como un problema

de la pesca es una muestra de que hay

una visión sectorial sobre los territorios y

no una visión sistémica, que no hay he-

rramientas a nivel regional para gestionar

estas crisis”.

Para el profesor Bugueño lo que ocurrió

en Chiloé tiene que ver con un “tema

mucho más grande, es un sistema econó-

mico que se impone en una región que

tiene sus características culturales, terri-

toriales, que no se consideran. Ahora ya

se están notando los impactos, una vez

que ya lleva 30 años”.

“El Estado, en una primera instancia,

fue el promotor de esto. La dictadura y

la apertura al mercado exterior hicieron

que la industria acuícola, como otras in-

dustrias, se viera potenciada. Luego, cuan-

do se supone que viene todo el periodo

democrático, en donde debiera haber

existido una especie de Estado regulador,

nunca fue tal”, finaliza el académico de la

Universidad de Los Lagos.

Desde la isla, el dirigente Daniel Pantoja

es enfático en sus conclusiones: “El Go-

bierno quiso acotar esto nada más que a

la marea roja y el movimiento tuvo esta

fuerza de 18 días no por los pescadores,

sino que por una comunidad conscien-

te de lo que está pasando en Chiloé en

todos los temas. (…) Lo que debiera pa-

sar es que el Gobierno debiese sentarse

con todos los actores sociales, pescado-

res, empresarios, organizaciones sociales,

estudiantes, y que entre todos hablemos

sobre la forma en que queremos que se

desarrolle Chiloé”.

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P.P. / Nº1 2016