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Esta primera ficción será corregida por la ficción realista, la que más
tendrá en cuenta la
realidad social
, de que solo los labradores trabajarán
y sacarán rendimiento a esas tierras.
La ficción analógica de tratar a todos los vecinos como labradores o
propietarios de tierras en rendimiento, opera en dirección contraria a esta
realidad social.Ytanto labradores como propietarios podrían oponerse a
ella por una razón sustancial, la de que se reparte la tierra sin tener en
cuenta los vínculos que existen entre la tierra y los vecinos. Pero la igual-
dad deriva de una cuestión social de todo el vecindario, no de una cues-
tión agraria que debería favorecer a labradores y/o propietarios. Esta cues-
tión social va por delante, pero con todo deberá ser corregida por la
misma costumbre.
Tenemos, primero, que se equiparan todos los vecinos, si se quiere
"como si fueran campesinos", lo cual significa también que en principio la
costumbre puede arrebatar tierras que podrían tocar a los labradores (o a
los propietarios). Esto se hace en nombre de un predicamento de igual-
dad.
¿Quiénes son los iguales? Los iguales no son todos, son los hombres,
y son los hombres cabezas de familia, tengan o no tengan hijos, pero
cabezas de familia.Apartir de haber contraído matrimonio entran en lo
que será un sorteo.
Esta prelación del estatuto de vecino sobre el de labrador generará
algunos acomodos realistas, precisamente para evitar conflictos.Así, se
darán inmediatamente después del sorteo subrogaciones de hecho y
subcontratos de arrendamiento de las tierras obtenidas en el sorteo. Es
decir, que seguramente el cura del pueblo no cultivará directa o completa-
mente el lote obtenido en el sorteo y encontrará a un labrador para que lo
haga por él. Con lo cual, el primer principio de igualdad entre vecinos
quedará
reinterpretado
por esa práctica subsiguiente, la cual forma parte