Actas del Primer Congreso Latinoamericano de Niñez y Políticas Públicas, Santiago de Chile, 14 al 17 de enero 2014 - page 27

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La noción hegemónica de la infancia es una variación prevaleciente en la experiencia histórica de Europa occi-
dental y que nace con diversas representaciones que van confluyendo en la inocencia característica de la infancia:
• Infancia inocente – creativa y desprendida del trabajo (Rousseau).
• Infancia rebelde.
• Infancia sin precio.
• Infancia como víctimas pasivas de los adultos.
• Infectividad política de los niños.
• A-sexualidad infantil.
Este discurso ha surgido en Occidente, pero se ha expandido globalmente. En el siglo XIX, la infancia no era de-
finida como una categoría universal, pero fue en el siglo XX, donde las clases medias de los países occidentales
impusieron un modelo de identidad de los niños que fue concebida como una visión moderna de la infancia.
En dichos países, la creación de instituciones que se avocaron a tratar específicamente con la infancia comenzó
una trayectoria donde se empezó a percibir a la infancia con categorías universales. A partir del universalismo en
la descripción de la infancia, las diferencias respecto a la noción hegemónica occidental empezaron a ser consi-
deradas como deficiencias.
La expansión global de las instituciones de cuidado de la infancia diseñadas según el modelo occidental y las epis-
temologías universalistas de esas instituciones aseguraron el predominio de la noción occidental de la infancia y
la sub-alternización de los imaginarios de la infancia de las otras culturas, así como la invisibilización y/o patologi-
zación de sus prácticas. Esto ha sido reforzado por la adopción de la noción hegemónica de infancia como patrón
de la cultura corporativa de las industrias culturales y de publicidad globales.
El teleologismo del desarrollo del niño inocente al adulto razonable que aportó la psicología evolutiva moral de
Jean Piaget y Lawrence Kohlberg entre otros, ha cerrado las posibles evidencias de brechas de diferencia cultural
en la noción hegemónica de la infancia. En los discursos del desarrollo humano, es esencial la binaridad infantil/
adulto que constituye al niño como el opuesto moral al adulto, y que representa las relaciones de poder jerárqui-
co donde los niños se subordinan a los adultos.
Sin embargo, el universalismo de la noción hegemónica de la infancia tiene un conocido reverso de anomalías.
Como ha sostenido Bond Stockton, la inocencia de la infancia a la vez que un ideal, es atribuida en la práctica
como un privilegio de los niños blancos de clase media. Por su parte, Bame Nsamenang ha sostenido que el esta-
do de la infancia global debe ser caracterizado por la diversidad, en tanto que el imaginario de la infancia global
está colonizado por la noción europeo-occidental que patologiza todas las otras imágenes de la infancia.
En la actualidad, las imágenes de consumo global de niños fuera de peligro y que disfrutan un estado de infancia
protegida se concentran principalmente en las regiones ricas del mundo. Mientras la pobreza, el abuso, el aban-
dono, la explotación y la desnutrición infantil se encuentran en América Latina, Asia y África, lugares en los cuales
los niños son a menudo representados por fotografías de niños y jóvenes abusados, infelices, hambrientos, ago-
tados y explotados.
Las Iconografías del Desastre de los Niños del Sur Global
Las iconografías del desastre son representaciones patológicas de las anomalías de la infancia, concentradas a
menudo en países pobres, fuera de América del Norte y Europa Occidental, diferenciadas así de manera étnica
y geográfica. Se domestica de esa manera tanto la otredad de los no occidentales como aquella otredad de los
niños respecto del ideal del adulto completo, razonable y autónomo.
Dichas iconografías son invocadas por los defensores internacionales de los derechos de los niños como motivos
sagrados de la sociedad civil global. Iconos de la infancia robada son dispositivos cruciales en las estrategias del
activismo legal destinadas a demostrar la urgencia de ciertos problemas y movilizar los recursos escasos en favor
de los niños y niñas del tercer mundo. Estas imágenes alimentan una nutrida iconografía global del victimismo
infantil.
A través de dichas iconografías victimistas del desastre, la hegemonía se refuerza cuando las imágenes de la
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