Actas del Primer Congreso Latinoamericano de Niñez y Políticas Públicas, Santiago de Chile, 14 al 17 de enero 2014 - page 114

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En cuanto a la
inclusión,
podemos señalar que el término ha modificado las condiciones y formas de funciona-
miento de las escuelas comunes, ampliando el enfoque educativo “individualizado y rehabilitador” de la integra-
ción a la escuela regular, modificando las prácticas educativas de dichos centros, adaptando al sistema para que
estos niños y niñas aprendan de acuerdo a sus requerimientos, ya que parte de un supuesto distinto, la naturale-
za de la educación , en la cual todos los niños y niñas deben aprender juntos independientemente de sus condi-
ciones personales, sociales o culturales, modificando las estructuras en funcionamiento y propuesta pedagógica
para dar respuesta a las necesidades educativas de todos y cada uno de los niños y niñas, incluidos aquellos que
presentan una discapacidad.
La educación inclusiva implica una visión diferente de la educación común basada en la heterogeneidad, la aten-
ción a la diversidad es una responsabilidad de la educación común porque las diferencias son inherentes en
todos los seres humanos y están presentes en cualquier proceso de enseñanza y aprendizaje. Sin embargo, al
igual que ha ocurrido en la sociedad, las diferencias en el ámbito educativo se han obviado, lo que ha dado lugar
a la creación de estructuras y propuestas educativas diferenciadas para distintos colectivos de niños y niñas con
discapacidad, indígenas o extranjeros por ejemplo.
El hecho de enfatizar en la importancia de que el gobierno se haga cargo de la educación de los inmigrantes, resi-
de en el valor fundamental que cobra la institución escolar en el respeto y valoración por la diversidad, desde sus
fundamentos proclamados en el proyecto educativo, hasta en el rol que cada educador y educadora desempeña
día a día al interior de su aula.
La institución escolar ha sido definida desde muy temprano como un espacio central para la socialización durante
la infancia y adolescencia (Durkheim, 1961). La escuela es el lugar donde se transmite un currículo escolar y social
de conocimientos y las actitudes, valores y normas de convivencia que una sociedad desea para sus miembros
(Blanco, 2002). Es también un espacio de encuentro y comunicación, no solo entre los alumnos, sino también con
las familias y entre estas y la institución. Por lo tanto, cuando se quiere analizar la inclusión de los migrantes en la
sociedad de llegada, la escuela juega un rol central en este proceso, ya que es allí donde se aprenden los códigos,
normas y modos de vida de la sociedad receptora. Y en consecuencia este aprendizaje será además transmitido
a los padres y familias de los niños y niñas.
Por tanto, es labor preponderante de la educación y por ello de cada institución educativa, reconocer y abordar
la diversidad, para evitar que las diferencias se conviertan en desigualdades y desventajas entre los alumnos/as,
considerando que la diversidad es
“…una característica intrínseca de los grupos humanos, ya que cada persona
tiene un modo especial de pensar, de sentir y de actuar, independientemente de que, desde el punto de vista
evolutivo, existan unos patrones cognitivos, afectivos y conductuales con ciertas semejanzas. Dicha variabilidad,
ligada a diferencias en las capacidades, necesidades, intereses, ritmo de maduración, condiciones socioculturales,
etc., abarca un amplio espectro de situaciones, en cuyos extremos aparecen los sujetos que más se alejan de lo
habitual...”
(Educantabria, 2013)
.
Por tanto, si ser únicos es una característica propia de cada persona, no es la
escuela quien debe acrecentar estas desigualdades en la búsqueda por homogeneizar a los niños y niñas, sino por
el contrario, permitir y favorecer el contacto de estas diferencias de tal manera que se logre punto de encuentro,
donde se reconozcan y validen dichas diferencias.
En la actualidad, al mencionar diversidad muchos piensan en aquellos que son “discapacitados”, niños y niñas de
otras culturas y religiones, convirtiendo la diferencia en sinónimo de “el resto”, o de algo que le falta para llegar
a ser “normal” o parte del “promedio”. Sin embargo, la diversidad en todos sus ámbitos y centralmente el que
enfatizamos en esta oportunidad es la diversidad cultural, la cual se hace presente con mayor frecuencia, como
lo demuestran las cifras anteriores en las escuelas chilenas, lo que nos plantea un escenario diverso, que como
educadoras debemos enfrentar y abordar, educando en el respeto por las peculiaridades de cada niño y niña,
promoviendo la igualdad de oportunidades, sin importar la condición social y cultural.
Respecto a los resultados de la investigación, podemos mencionar que las percepciones, creencias, prejuicios y
estereotipos que tienen las educadoras de párvulos y el personal técnico sobre los niños y niñas hijos/as de inmi-
grantes, es que estas se encuentran influenciadas por la experiencia de vida, por los medios de comunicación y
por la formación que recibieron en los establecimientos de enseñanza superior, por lo que sus opiniones y prác-
ticas se basan en generalizaciones relacionadas con los rasgos físicos, que finalmente conducen a la discrimina-
ción, cabe mencionar que existe un sentimiento de superioridad puesto que consideran que el emigrar de países
subdesarrollados; las personas poseen competencias cognitivas inferiores por lo que necesitan ser educados bajo
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