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que al principio solamente esté dado el propio sí mismo y luego la tarea
residiría en buscar a otros mediante la “percepción”, la “proyección” o la
“empatía”. En cada intercambio, diálogo, cooperación constructiva está
nuestro propio obrar en vinculación con otros. Cada uno de tales actos
y realizaciones abarca desde el principio al Otro, sin que esto deba ser
buscado a través de inferencias o procesos de empatía por parte de un sí
mismo previamente concebido. En todo caso se conciben el “sujeto” y el
“contrasujeto” en su completa significación personal, esto es, son de dis-
tinto tipo y de accesibilidad diferente que las cosas y objetos indiferentes:
la persona no es pasible de una cuasi objetiva cosificación y por eso no está
limitada por espacio, tiempo y cifra –por no decir que no se identifica con
el organismo psicofísico en amplitud y extensión.
De lo anterior se concluiría positivamente: si se parte de la existencia con-
junta aparece el sujeto como estado aislado recién en la destrucción, mu-
tación y crisis de la asociación. Los sujetos son recién diferenciables si uno
de los participantes piensa en la posibilidad de la separación, la desea y la
concreta. De allí se obtienen puntos de vista para el análisis del comienzo
y fin de una relación o de su crisis y modificación.
Si en este contexto se vuelca el interés hacia la función psicofísica (por
ejemplo, la percepción y la motricidad en el actuar juntos de personas sanas
o de sanos con enfermos), aparecerá entonces probablemente la función
normal o patológica en forma diferente a si se considera al sujeto aislado
en sí mismo, como han hecho en forma exclusiva hasta ahora la fisiología y
la psicología. Si en el contexto bipersonal la función tiene simultáneamen-
te concreción objetiva para el Otro y siempre compromiso para ambos,
entonces esto debe poder demostrarse analíticamente. El “acto biológico”
debiera poder representarse necesariamente en tres formas: como aconte-
cimiento fisiológico, psicológico y ahora también sociológico.
Cuando en el planteo del
Gestaltkreis
de Víctor von Weizsäcker se trata de
la vinculación entre subjetividad y objetividad en lo orgánico, al concretar
la posible subjetividad a un sujeto determinado se plantea también la tarea
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