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Introducción
Hay realidades que tienen contenido concreto solamente en la relación
entre dos personas: por ello únicamente en esta relación pueden ser ade-
cuadamente interpretadas. Allí se encuentran la sexualidad, el amor y la
amistad, la asociación en el trabajo conjunto, en el juego o en el deporte,
la relación de confianza (como el encuentro entre médico y paciente en la
terapia), también el lenguaje, la costumbre, la tradición y la moral –todos
hechos que no adquieren concreta validez en la intimidad del solitario sino
en la relación interpersonal de las personas.
Estas realidades son concebibles solamente sobre el trasfondo de la rela-
ción personal, ya que cada concreta posición por parte de Uno anticipa
ya cierta determinada relación del Otro al propio ser. Una unidad signi-
ficativa de sentido se da solamente cuando el individuo se considera en
conjunto con los actos del otro y este “nosotros” se constituye en una
relación bipersonal real, desde la cual el individuo y sus acciones recién
pueden hacerse comprensibles.
“Bipersonal” indica no solamente esto, que al menos dos participan en el
juego, que dos o más se asocian a algo, sino significa una unidad que está
presente desde el principio “para ambos”, más allá de los participantes.
En consecuencia, no se realiza, por ejemplo, la asociación a través de dos
(o más) sujetos como 2=1+1, sino integra a los individuos participantes
como miembros ­–y no sumandos–. “Bipersonal” no quiere decir por ello
algo distributivo, numéricamente agregado. De allí que la tripersonalidad
o la tetrapersonalidad no signifiquen una ampliación cuantitativa y por
ende derivable de la díada, sino en cada caso una ampliación diferente,
cualitativa, de la agrupación.
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