Viajeros y botánicos - page 275

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V
iajeros
y
botánicos
en
C
hile durante
los
siglos
xviii
y
xix
Apéndice:
Recuerdode losPadresde la Independencia,
Libertadores Joséde SanMartín yBernardoO’Higgins
C
ientonoventa y tres años han trascurridodesde el día glorioso
en que los Padres de la Independencia, Libertadores José de San
MartínyBernardoO’Higgins, a la cabezade tresmil combatientes
argentinos y ochocientos chilenos, enfrentaron al ejército realista
en Chacabuco el 12 de febrero de 1817, lo derrotaron y dieron
comienzo a la era de la independencia definitiva que Chile ha
disfrutado ininterrumpidamente desde entonces hasta ahora.
Tal hazaña, sedebió a la visión, capacidad y tenacidaddel general
José de SanMartín. Nadie destacómejor ymás oportunamente
esta verdad que el Libertador Bernardo O’Higgins al saludar a
SanMartín: “¡Gloria al salvador deChile!” en el campodebatalla
deMaipú el 5 de abril de 1818. Reconocía, así, nuestromáximo
prócer al autor principal de una gesta que tomó años de esfuerzo,
sacrificio e incontables actos deheroísmo, coronados con lamayor
de las glorias: ¡la Independencia de Chile!
En 1802O’Higgins había traído al país, desde Inglaterra la idea
de la independencia absoluta de Chile y empezado a propagarla
incansablemente en los lugares donde residía. Así, la llama
prendió enChillán, Los Ángeles, Concepción y zonas aledañas.
En Santiago se desconocieron los afanes libertarios, al parecer,
hasta los aislados testimonios de 1808.
O’Higgins, como diputado en el Congreso de 1811, acaudilló al
grupode los independentistas, abogópor lasmedidas indispensables
para comenzar a establecer una naciónpróspera y segura.Una de
sus principales preocupaciones: dotar al país de fuerzas terrestres
y navales para defenderlo de ataques enemigos. Medidas que
sólo pudo realizar seis años más tarde al asumir como Director
Supremo de la Nación.
El general SanMartín, ya en 1813 enBuenos Aires, se dio cuenta
de la catástrofeque sobrevendría enChileydel significativopeligro
representadopor ellapara la independenciaargentina.Comprendió
perfectamente la necesidad de formar un ejército bien adiestrado,
bien armado y de una flota para llevarlo al campo de batalla.
En 1814, sólo cuatro meses antes del desastre de Rancagua,
San Martín, por disposición del gobierno bonaerense, llegó a
Mendoza como gobernador. Ahí conoció y escuchó a diversos
chilenos desterrados, entre ellos, al coronel Juan Mackenna, a
Hermógenesde Irisarri, a los coroneles argentinos SantiagoCarrera,
Marcos Balcarce y otros militares quienes le informaron de las
circunstancias que obscurecían el acontecer chileno y parecían
conducir a la nación hacia la derrota final y la reconquista, lo
que tuvo lugar tras la batalla de Rancagua.
Con nítido conocimiento de sus posibilidades y recursos el
general SanMartín comenzó apreparar el terrenopara los sucesos
futuros. Consumada la derrota de Chile recibió enMendoza a
los autoexiliados chilenos. En uno de ellos, el general Bernardo
O’Higgins, desde su primera entrevista, se dio cuenta que era
el amigo y colaborador tan deseado para cumplir su proyecto
libertario. O’Higgins sabía mandar y recibir órdenes, y estaba,
además, obsesionado por dar la independencia aChile a costa de
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