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V
iajeros
y
botánicos
en
C
hile durante
los
siglos
xviii
y
xix
ilimitadaNingúnpeligroparecía amedrentar aO’Higgins cuando,
a juicio de él, debía cumplir algún deber libertario. Vial Larraín
señala como a la cabeza de sus tropas, cubierto por un poncho
rojoque leprestaba lamás ostentosa visibilidad, dirigía las acciones
militares. Fueheridopor el enemigo en el combatedeElRoble, en
Cancharrayada. En la batalla deRancagua, segúnEncina, pudo
ser apresado y fusiladopor los realistas, quienes ya, “in absentia”,
lo habían condenado a esa pena, a nomediar la ayuda de su ex
compañero de colegio el coronel realista donClemente Lantaño,
a cargo ese día de resguardar el lugar por donde, previamente
advertido, salióO’Higgins.
Un autor no-ohigginiano, donMiguel Luis Amunátegui, autor
de “LaDictadura deO’Higgins” dice de él: “El períodohistórico
cuya narración voi a emprender, tiene un protagonista que lo
domina todo entero con sus hechos desde el principio hasta el
fin. Todos los sucesos que entonces se verifican enChile, tienen
relación con ese hombre. Nada sucede ni de bueno ni de malo
en la vida pública, donde deje de hacerse sentir su presencia.
Todo lo que se emprende o se maquina es en su provecho o en
su contra. Es el centro de todos los acontecimientos, el objeto de
las simpatías de una de lamitad de sus conciudadanos, el blanco
del resentimiento de la otra mitad. Héroe para algunos, tirano
para otros, las miradas de todo un pueblo fijas sobre su persona.
Estos le ensalzan. Aquellos le denigran, pero su nombre tiene el
privilegio de que todos lo pronuncien. Ese personaje se llama
don Bernardo O’Higgins. Su nombre se encuentra en todos los
grandes sucesos de la revolución chilena. Está inscrito en las
actas del primer Congreso; en las providencias de los primeros
gobernantes; en los boletines de seis ejércitos de la independencia.
Ese jefe ha combatido contra las tropas de Pareja, después contra
las deGaínza, en seguida contra las deOsorio, más tarde contra
las deMarcó, posteriormente contra las deOrdoñez i deOsorio.
Ha creadounamarinaparadestrozar los realistas en elmar, como
los había derrotado en la tierra, i ha contribuídode toda suertes a
que SanMartín organizase la expedición que condujo al auxilio
de los patriotas peruanos. La declaración de la independencia de
Chile ha sido autorizada con su firma y ha sido promulgada por
su orden”.
Es interesante recalcar que el Sr. Amunátegui no era partidario
deO’Higgins como lo reflejan otros de sus escritos, en los cuales
le atribuye hasta crímenes.
Bernardo O’Higgins volvió a España desde Inglaterra en 1800.
No le fueposible cursar estudiosmilitares omarinos, ni tampoco
ingresar al ejércitoo lamarinapornopoder acreditar debidamente
su filiación. En 1797 cuando su tutor pidió su fe de bautismo a
Talca, supo que su verdadero nombre era BernardoO’Higgins y
noBernardoRiquelme como lo llamabanhasta entonces, también
supoquien era supadre. PocodespuésBernardo comenzó a escribir
cartas que el Virrey de Perú nunca contestó.
Afines de 1801 le informaronde lamuerte del virrey yque antes
de morir habíale legado una cuantiosa herencia .
Se embarcó de regreso a Chile a principios de 1802. Cuando
navegaban cercadelCabodeHornos una violenta tempestaddañó
seriamente a la nave en que viajaban y debieron permanecermás
de cincuenta días en la costa patagónica atlántica efectuando las
reparaciones necesarias para continuar el viaje.
Bernardo, cadaunode esos días, estuvo junto al barcoobservando
e informándosede todo lo relativo almanejoy funcionamientode
él y de las particularidades y secretos de la navegación por mar.
Fuepara él comoun verdadero cursodenavegación, estudiopara
él apasionantepues sumayor deseo en su juventud fue sermarino.
Una vez reparado el navío decidieron continuar el viaje, a través
del Estrecho, por supuesto, con el fin de evitar el peligrosoCabo
de Hornos. En abril de 1802 llegó por fin a Santiago e inició
los largos y engorrosos trámites para recibir de su herencia, viajó
