Iniciativa Latinoamericana para el avance de los derechos humanos de las mujeres - page 60

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“A mí me impresionó mucho y a las investigadoras también, que ella no percibiera ni la mitad de
los maltratos que le habían hecho”. (Susana Chiarotti).
Con este caso, más otros similares, el equipo que reunió a investigadoras del
INSGENAR y de CLADEM empieza un primer estudio exploratorio. Luego amplían
la muestra a 300 mujeres que acuden normalmente a los servicios de salud sexual y
reproductiva. La hipótesis era que el maltrato se concentraba o adquiría característi-
cas especiales en esos servicios de salud que atienden mayoritariamente a mujeres.
La investigación fue cualitativa, no se buscaba prevalencia ni estadísticas represen-
tativas. En la investigación se trabajó con tres hospitales de Rosario y tres de la zona
circundante.
Como parte de la investigación, el equipo de trabajo presentó 30 testimonios a la
Defensoría del Pueblo. El Defensor del Pueblo, que era médico, citó a todos los direc-
tores de hospitales para discutir el tema. En esta discusión se dio un enfrentamiento
entre el discurso de derechos humanos con el discurso de la salud. La mirada desde
la salud ponía en cuestionamiento el valor estadístico de la información (qué valor
tienen 30 casos) y, desde los derechos humanos, la premisa que un sólo caso basta
para configurar un maltrato. La prevalencia fue el primer argumento de todos los
directores de servicios. El segundo argumento fue las malas condiciones en que ellos
estaban trabajando y, el tercer argumento, que compartían las mujeres que daban los
testimonios, fue que la salud es un servicio gratuito y que, por lo tanto, no es razona-
ble exigir mayores estándares de calidad en la atención.
La investigación mostró que una de las violaciones más recurrentes en los servicios
de salud sexual y reproductiva es al derecho a la intimidad. Siendo los hospitales de
Rosario hospitales-escuelas, una mujer puede ser revisada por muchos estudiantes,
sin ningún respeto a su privacidad. Esta situación generó una discusión sobre la ne-
cesidad de requerir la autorización informada de las pacientes.
En paralelo a esta indagatoria, el equipo recibió denuncias de mujeres profesionales
y estudiantes de medicina en relación a trato discriminatorio en las salas de clases y
en sus equipos de trabajo. Una de estas denuncias fue el de una médica traumatóloga
que mientras dormía en su turno, sus compañeros le cortaron el pelo y la bautizaron
con un nombre masculino. Con estas denuncias, el grupo investigador se presentó
ante la decana de medicina de la Universidad del Rosario, que en esos momentos
estaba haciendo una reforma curricular. En este contexto propone crear una comi-
sión de género para revisar los contenidos de la carrera. El interés del equipo fue
plantear la necesidad de que hubiera una reflexión sobre el maltrato que reciben las
pacientes, en las propias instituciones que forman a los profesionales de medicina.
Los resultados finales de la investigación fueron presentados en la Facultad de
Medicina de Rosario, ante un auditorio compuesto por profesores, jefes de servicios,
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