más o unas bases menos, desparramadas por todo
d
mundo. Depende
de la sofisticación de su .capacidad bélica y de su poderío
económico~
El día
1
9
de ¿iciembre de
1977
el Embajador de EE. UU. ante las
Naciones Unidas, Andrew Young, daba una demostración perfecta–
mente clara de esta nueva concepción política, refiriéndose a la. inter.
vención soviética en Africa. Y así afirmaba: "No hay que asustarse
por la presencia de los cubanos.prosoviéticos en. Africa. Si
500.000
esta.
dounidenses, bien equipados
y
bien entrenados no pudieron dominar
la. diminuta península de Vietnam, no hay forma de que
20.000
ó
50.000
cubanos dominen Angola, o Etiopía, o Egipto, o SornaBas ...
Inevitablemente se están metiendo en un problema peor que el que
tuvimos en Vietnam".
*
Así,
las Naciones de América Latina han
l¿o
perdiendo su impor–
tancia estratégica desde
el
punto de vista de la seguridad nacional de
los Estados Unidos. Y si bien esa no puede ser una afirmación abso–
luta
y
sin matices, sí es lo suficientemente correcta como para enten_
der la profunda desorientación que la política de la Administración
Carter ha provocado en las Fuerzas Armadas que detentan el poder en
un importante número de países de l\.mérica Latina.
Formadas ----con participación activa e influencia decisiva del Pen–
tágono- en la ideología de
Ia
guerra fría, les ha resultado particu–
larmente difícil comprender la lógica, ·difusa y sofisticada, del nuevo
esquema. Ello ha provocado un sentimiento de frustración y encono
muy fuerte en contra de los Estados Unidos en todo el continente.
Igual cosa ha ocurrido con los grupos ligados al gran capi.tal, alíados
tradicionales e incondicionales ¿e los Estados Unidos,
En algún sentido importante, esta situación está replanteando al
cuadro tradicional de alianzas y amistades. entre los Estados Unidos
y
los diversos grupos que componen las sociedad.es latinoamericanas, Las
amistades
y
.enemistades automáticas, están cediendo paso a un juego
de intereses que pueden ser convergentes o divergentes, según las cir–
cunstancias. En ese sentido, el Gobierno de los Estados Unidos no en–
globa ni representa todas las. amistades
y
enemistades bilaterales que
existen entre sectores latinoamericanos
y'
sectores de la sociedad nor–
teamericana.Ello hace particularmente delicada la implementación prác–
ticade una política de defensa y promoción de los derechos humanos,
La realidad omnipresente de los estados naciona1es abre paso a nue–
vas formas de relación pueblo a pueblo
y
grupo a grupo que van cons–
truyendo la trama de un inundo intercomunicado e interdependiente. Al
interior de los Estadqs Unidos
y
de las naciones latinoamericanas habrán
grupos dispuestos a trabajar decididamente en la defensa de los derechos
humanos; ellos constituirán un aliado dispuesto a sostener la política
Carter. Pero también habrá quienes desligándose de toda consideraÓón
"' Cable de Agencia UPI l'eproducido por la prensa chilena,
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