Idealismo e imperialismo en la política exterior de estados Unidos - page 16

evangélico; Mahan estaba absorbido por su sueño de poder naval;
Lodge estaba intrigado por las posibilidades políticas del imperialismo
y
Roosevelt favorecía las guerras para dar al pueblo algo en que pen–
sar, que no fuera puramente material. El elemento común de los ex–
pansionistas se puede resumir de la siguiente manera:
"The imperialists were alike, however in urgillg aetion that they
felt would build up the influenee and prestigue of their country.
The original imperialist, in spite of Mahan's mereantile theories,
were not primarily eoneerned with eeonomie advantage. They
tended to be highly seonfurl on the business eivilization enitomi–
zed by the Me Kinley administration... When they urged over–
seas expansion, they vIere thinking primarily in terms of national
honor and national .glory."
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Estas fuerzas latentes, que recorrían la imaginación de Jos dirigen–
tes de la nueva nación, poco tenían que ver con la Doctrina Monroe
o con la irreyersible lógica expansionista del imperialismo capitalista.
Estas fuerzas descansaban en la dinámica de la política mundial y en
otras raíces culturales y políticas intranacionales, que a veces son di.
fíciles de aceptar cuando la periferia es la que debe pagar ras conse–
cuencias de la liberación de otros al costo de su propia sumisión y
dependencia. Sin embargo, en la competencia internacional los acon–
tecimientos sobr,epasaban
las
buenas intenciones.
Estas fuerzas políticas contradictorias explican por qué con todo
el poder de Norteamérica, Cuba no fue anexada ni tampoco Panamá
y todo el Caribe o América Central.
Estas contradicciones debían expresarse de alguna forma y la gue–
rra contra España fue la chispa que encendió la era del expansionismo
intervencionista. Culminada la colonización interna y la consolidación
de las movientes fronteras, el desborde en los océanos no podía
esperar.
El Presidente Cleveland, a pesar que el Congreso había aprobado
una resolución para reconocer a los patriotas cubanos, se mantuvo
a
la expectativa.
Con el hundimiento del Maine, en aguas del Pacifico, el honor
de la pujante Metrópolis fue herido. El comodoro George Dewey, al
igual que Nelson, se encargó de humillar a la Invencible Armada.
Por parte del legislativo, la primera respuesta no fue contra Es–
paña sino la anexión de Hawai, aprobada por el Congreso
el
7
de
julio de 1898.
El republicano Me Kinley, al igual que su predecesor democrático,
esperaba y observaba los acontecimientos. El cambio de actitud de la
2J
Dulles, op.
cit..
p. 38.
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