Oriente medio : una eterna encrucijada - page 235

Oriente medio: una eterna encrucijada
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ha sido evidente. Simultáneamente, el predominio económico estadouni-
dense de post Guerra Fría, reflejado en la apertura comercial y de inver-
siones en países de la envergadura de Egipto, ha significado una influen-
cia casi sin contrapeso en las políticas de varios estados del golfo Pérsico
por parte de Estados Unidos.
La posición estadounidense en los albores de la Administración Bush
respecto al Oriente Medio, puede ser resumida en los siguientes puntos:
• Disminución en la profundidad de la intermediación estadounidense
en las negociaciones palestino-israelí.
• Apoyo incondicional a Israel.
• Mantenimiento de vínculos estrechos con los denominados «Estados
Árabes vinculados a Estados Unidos».
• Continuación e intensificación del régimen de sanciones en contra de
Irak
Las sanciones no fueron solo económicas sino que contemplaron medi-
das punitivas adoptadas por las potencias anglo-estadounidenses y que se
tradujeron en una guerra de baja intensidad mantenida por Washington y
Londres contra Bagdad. En la segunda mitad de los noventa, los radares y
baterías antiaéreas iraquíes fueron bombardeados por los aviones estado-
unidenses y británicos que patrullaban las zonas de exclusión militar en el
norte y el sur del país.
Respecto al último punto, se constata que durante la administración
Clinton la política estadounidense tuvo por uno de sus objetivos princi-
pales en la región del Golfo Pérsico, la promoción de un cambio del
régimen en Bagdad. Hacia 1998, la denominada
Acta de Liberación de
Irak
fue aprobada por el Congreso de Estados Unidos, lo que transformó
al Congreso Nacional Iraquí (
CNI
), grupo opositor en el exilio cuyo
liderazgo ejercía Ahmad Chalabi, en el mayor receptor de la ayuda fi-
nanciera estadounidense.
Después de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono el
mayor desafío a la hegemonía estadounidense en la región ha sido el
fracaso del propio proceso conducido por las elites nacionalistas árabes
para modernizar sus sociedades. Como un agudo observador árabe rela-
ta:
El fracaso del nacionalismo árabe está lejos de limitarse
al ámbito político. El fracaso del proyecto desarrollista, tan-
to en su versión liberal pro-occidental como en la burocráti-
ca socializante y antiimperialista (el Egipto de Nasser; la
Argelia del Coronel Huari Bumedién...), pone de relieve la
imposibilidad histórica para lograr una modernización auto-
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