DISCURSO DEL REcreR AGUSTÍN TORO DÁVlLA
comunicación entre los países de esta área fueron de alguna manera
postergados o mediatizados, cuando no controlados e instrumentali–
zados, por las potencias colonialistas del Viejo Mundo y luego por
los intentos hegemónicos de los imperios que se forjaron en los acon–
tecimientos mundiales de este siglo. En la actualidad, en que se
aprecia el despertar de estas comunidades, se observa una consolida–
ción de los procesos de identidad nacional, lograda mediante el in–
tercambio de experiencias a través de un sistema horizontal. Esta
nueva forma de cooperación, resultado de una más exhaustiva com–
prensión de la conciencia histórica no excluye, por cierto, otras mo–
dalidades tradicionales de participación.
No queremos dejar de representar que en algún momento futu–
ro podrían despertarse los intentos de recolonización del Pacífico y
que toda el área, o sectores importantes de ella, podrían transfor–
marse en la manzana de la discordia o en un nuevo campo de Mar–
te para algunas naciones del planeta. Cubriendo un poco menos
de la mitad de la superficie de la Tierra, el Océano Pacífico es el
más grande del mundo; tres veces mayor que el Atlántico; diez veces
más grande que el Mar Mediterráneo y sus aguas equivalen al
7l'%
del demento líquido de todos los mares. Debido a su extensión
y
al valor de sus riquezas marinas, su rol estratégico es incomparable
y
creemos que será el escenario geopolítico del futuro, desplazando
paulatinamente las posiciones del Mediterráneo y del Atlántico; la
lucha por los mares y la hegemonia de los océanos tendrá, probable–
mente aquí, su centro de atención. El constituirá una parte muy
importante, de referencia obligada en un futuro desarrollo de la lu–
cha por la preeminencia mundial.
El Seminario ,abordará no solamente los aspectos jurídicos de
las relaciones internacionales sino que también se preocupará de
los problemas geopolíticos, económicos, culturales, etc. Preguntarse
por el rol que América Latina debe tener en el concierto total de
la Comunidad del Pacífico equivale en gran medida a tratar de des–
cubrir lo de permanente
y
esencial que existe en esta región
y
que
pueda ser compartido con aportes similares de otras regiones. No
nos asiste duda en el sentido de que los expertos encontrarán esos
valores de permanencia y esencialidad para producir la rica co–
nexión que requiere esta área del mundo, máxime todavía cuando
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