LA
COMUNIDAD DEL PAcfFlOO EN I'IlRSPECTIVA
I
F. Orrego Vicuña
período de la vida comunitaria; entre una cultura
y
la que le sigue
en el tiempo.
Ciertamente esto es lo que ha ocurrido en el campo de las rela–
ciones internacionales y en el desarrollo de las disciplinas particula–
res que versan sobre estos tópicos. Nos parece que esta simple re–
flexión del proceso historicista tiene plena vigencia en la inaugura–
ción de este Seminario sobre "La Comunidad del Pacífico", porque
es indudable que en las últimas décadas se ha producido
un
impor–
tante cambio en la visión de los roles históricos que debe jugar la
cuenca de nuestro océano en el futuro inmediato de la política
internacional.
La conciencia histórica contemporánea muestra una apertura ha·
cia nuevas formas jurídicas y de convivencia para abordar los pro–
blemas internacionales. En algunos casos los viejos principios de la
relación internacional mostrarán la fuerza y capacidad que tienen
para
reconducir
la relación de los pueblos en un sentido positivo.
Es probable que algunos de estos principios deban ser reformulados
en el nuevo marco histórico de manera de hacer que ellos se trans–
formen en fuerza operativa vivificante de la vida internacional y
no constituyan sólo meras formulaciones retóricas que dejen intac–
tos los problemas, los que al no ser solucionados van subterránea–
mente horadando las relaciones entre las distintas comunidades que
se abren al nuevo mundo. Hay que buscar con inteligencia
y
creati–
vidad los complementos que requieren estos principios para alcan–
zar sus mejores logros y, que de ese modo, se cumplan las exigen–
cias indispensables, -en el marco de una efectiva conexión entre
las partes interesadas- de las nuevas relaciones que es necesario
establecer para una mejor convivencia mundial. En la larga tradi–
ción internacional de nuestro país siempre hemos estimado que el
ordenamiento de la convivencia mundial debe hacerse en los prin–
cipios de la libre determinación de los pueblos cuya consecuencia
natural es la no intervención en los asuntos internos de otras na–
ciones
y
en el respeto a los tratados
y
a la palabra empeñada; ellos
han mostrado un vigor renovado que concilia
y
armoniza a la co–
munidad internacional y que, asimismo, ha llegado a ser una parte
substancial del sistema americano. La .conciencia histórica en torno
a estos principios indica que ellos también debieran ejercer su be-
16
