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Pautas Éticas de Investigación en Sujetos Humanos: Nuevas Perspectivas
encarnan los principios de la bioética -beneficencia (y nomaleficencia), autonomía y
justicia- en el escenario posmoderno
1
.
La primera es Pigmalión, el escultor chipriota que da vida a la estatua salida de sus
manos; la segunda es Narciso, el bello adolescente que sucumbe a la contemplación de su
propia imagen espectacular; la tercera es Knock, el personaje dramático que con su fanatismo
profesional realiza la medicalización de la vida. Pigmalión, Narciso y Knock identifican
nuestra cultura posmoderna y dentro de ésta definen la trama moral de la presente medicina.
El “complejo bioético” de los principios es la respuesta disciplinaria a las
transformaciones tecnocientíficas, sociales y políticas de la actual medicina, cuya realización
moral enfrenta el desafío de la ambivalente beneficencia y no-maleficencia de Pigmalión,
la supuesta autonomía de Narciso y la sospechosa justicia de Knock. El complejo bioético
puede extenderse a toda nuestra cultura, donde la medicina ocupa un lugar central y
constituye un factor de universalización de la ética, por su construcción de un discurso
moral propio y con pretensiones a la validez universal. La bioética vendría a ser así un
diagnóstico y un tratamiento de nuestro tiempo, como respuesta médica y moral al desafío
de tres formas culturales contemporáneas que configuran el complejo bioético, a la vez
pigmaliónico, narcisista y knockista.
Pigmalionismo tecnocientífico define el cambio de naturaleza de la ciencia y de la
técnica cuando Prometeo liberado se vuelve Pigmalión antropoplasta, la acción humana
no ya orientada a la transformación de la realidad cósmica, sino hacia el hombre mismo
como objeto de esa voluntad y capacidad transformadoras. La medicina del deseo, que no
se contenta con el cuerpo humano normal, ha sacado a Narciso del espejo para remodelar
la naturaleza humana o recrear al hombre, en vías de nuevas formas de nacer, procrear y
morir.
Narcisismo individualista describe al sujeto replegado sobre sí mismo como valor
supremo respecto de la sociedad, cuando se desfondan los discursos globalizantes en el
seno de una modernidad que rechaza lo trascendente y los finalismos. Para la cultura del
narcisismo, culto del cuerpo y de la calidad de vida, nueva fase en la historia del
individualismo occidental, sólo cuenta el individuo en su autosuficiencia existencial y
legitimidad hedonista. El paciente es ese natural narciso cultivado por el facilista
caveat
emptor
del consumismo.
Knockismo economicista caracteriza la era del mercado tras la crisis del Estado
benefactor, cuando el nuevo orden económico liberal globalizado impone la competencia,
la eficiencia y la sostenibilidad. El costo de la atención se alza virtualmente fuera de
control y desafía la tradición que aboga por los intereses del paciente sin tener en cuenta el
gasto, conforme al popular dicho de que “la salud no tiene precio”. Hoy parece cumplirse
lo que Goethe proféticamente temía: “También yo comparto ese amor al progreso; pero a
la vez temo que la humanidad llegue a una situación en la cual cada hombre tenga que ser
el enfermero de otro hombre”
2
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1
Mainetti JA. El complejo bioético: Pigmalión, Narciso y Knock.
Acta psiquiátrica y psicológica
latinoamericana
1999; 45(2) (en prensa).
2
Carta a Carlota von Stein en la que el autor del Fausto comenta el optimismo progresista de Herder (cit.
Lain Entralgo P.
Antropología Médica
. Barcelona: Salvat; 1984: 453).
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