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esta condición como “neurosis de derecho”, sugiriendo que la motiva-
ción, excluido el engaño, era el deseo de respeto a los derechos y la propia
dignidad. El juego de palabras “
Rentenneurose
” y “
Rechtsneurose
” tiene en
alemán un sentido difícil de traducir.
La medicina del trabajo y la medicina social se ligaron en su vida profe-
sional con el estudio empírico. Llegó a dirigir una unidad de rehabilita-
ción psicoterapéutica en la clínica universitaria, originando una compleja
historia institucional que, en sus ecos más tardíos, tuvo que ver con el
establecimiento de la clínica psicosomática de Alexander Mitscherlich,
que no respondió exactamente a las ideas de von Weizsäcker y, de hecho,
coexistió con las instituciones por él fundadas durante decenios. Su con-
cepción desafiaba tanto la clínica médica tradicional como la psiquiatría
académica, con muchos detractores (como el profesor de psiquiatría Kart
Schneider, que veía en ello una amenaza a su disciplina) y pocos apoyos.
Obligaba a ampliar la mirada clínica (en el sentido que entonces tenía en
el ambiente universitario alemán). Valoró el psicoanálisis freudiano como
aporte para renovar toda la medicina, más allá de su origen en los trastor-
nos neuróticos. Tras visitar a Sigmund Freud en 1926 escribió que gracias
a él reforzaba su vocación.
Podría decirse que von Weizsäcker pensó hacer de la medicina interna una
auténtica
medicina de la interioridad
personal y privilegió la reconstrucción
biográfica. Superando la anamnesis convencional, se preguntaba, en rela-
ción con las enfermedades, por qué aparecían
donde
aparecían (órgano,
sistema), por qué aparecían en la
forma
que lo hacían y por qué su irrupción
ocurría en un
momento
determinado de la biografía. Esta “medicina biográ-
fica”, también cultivada por otro clínico de Heidelberg, Richard Siebeck,
fundamentó la “medicina antropológica”, que propuso como etapa hacia
una auténtica antropología de raigambre médica (
antropología médica
). En
el fondo, el personalismo de la Escuela de Heidelberg derivaba de las afir-
maciones de su iniciador, Ludolf von Krehl, cuando, revitalizando a Hi-
pócrates, afirmaba que no hay enfermedades sino enfermos
(6)
. La llamada
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