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no pierde por cierto oportunidad para plantear claramente los principios
de su orientación, pero también para criticar –a veces acerbamente– lo que
considera rigideces e insuficiencias de la medicina biológica. Halla, claro
está, argumentos certeros para tales críticas en la justificación “biológica”
de la eutanasia y la experimentación médica nazi; pero en ocasiones parece
abrazar, con el mismo celo que censura en otros, los postulados de la me-
dicina antropológica de su creación
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.
Al describir un biologismo de naturaleza eminentemente mórbida y ta-
nática, señala que “la interpretación exclusivamente biológica del valor
de la vida, implica la condenación biológica (en caso de enfermedad in-
curable)”, conclusión que no es generalizable, incluso en esta época. Aña-
de luego que “la interpretación exclusivamente biológica de la medicina
genera la precondición espiritual para matar enfermos en ciertos casos”,
aserto totalitario sí, pero difícilmente compartido hoy por médicos y cien-
tíficos de orientación predominantemente biológica. Opone trascenden-
cia a “vida sin valor en el sentido biológico”, presentando tal díada como
distanciamiento abismal e irreconciliable. Describe cómo la medicina nazi
“se había constreñido en demasía a una técnica científico-natural que tra-
ta al hombre sólo como objeto”: la cosificación, negada categóricamente
desde Hipócrates y por muchos otros próceres a lo largo de la historia de la
ciencia y de la medicina. A la luz de lo dicho hasta ahora, puede afirmarse
que la realidad del nacionalsocialismo en este terreno fue mucho más que
una serie de normas técnicas desfasadas.
Von Weizsäcker reconoce la “lucha interna de la medicina” (tal vez de-
biera decir “las medicinas”) y señala con energía pero con buena dosis
de paradoja que, si bien “la verdad está en el medio (…), adoptando un
punto de vista de compromiso no se llega a una mejor claridad sobre el
concepto verdadero de enfermedad, sólo se lo obscurece y desplaza”. En
texto de admirable contemporaneidad describe con precisión cómo “bajo
la máscara de la ciencia se realizan investigaciones no sólo innecesarias
sino necias y aun dañinas”, se pregunta “qué es en realidad la ciencia” y
reflexiona respecto a sus límites, para concluir que “es (…) inadecuado
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