México (UNAM), cuenta que cuan-
do Gabriela Mistral llegó a México, lo
hizo precedida de una gran fama y un
enorme ascendiente intelectual.
-Cuando aún se escuchaban los soni-
dos de las balas y se peleaban las últi-
mas batallas de la revolución, la poetisa
chilena anduvo por gran parte del país,
incluso a lomo de mula, para llevar
su mensaje que buscaba redimir a las
clases populares, en especial al campe-
sino y al indígena, para integrarlos a
la nación por medio de la educación;
elaboró libros de texto y contribuyó en
la formación de las Misiones Cultura-
les -grupos de profesionales e intelec-
tuales que capacitaban a profesores de
comunidades rurales y aisladas- en la
Campaña de Alfabetización, y en con-
gresos de maestros normalistas y pro-
fesores- dice Moraga.
En México,Mistral puso en marcha las
escuelas al aire libre, método en que
venía trabajando desde los años en que
fue profesora en Chile. “Iba a lugares
bien apartados de la sociedad y les de-
cía ‘lleven los niños tal día y tal hora a
este lugar’, y ahí educaba abiertamente.
Es una concepción de la educación sú-
per clásica en el sentido griego. Esto lo
hace principalmente en Chiapas, pero
en el resto del país se aplica una teoría
similar y es un éxito. El desarrollo de
identidad y la evolución del alfabetis-
mo en México es ejemplar”, asegura
Diego Del Pozo, especialista en la obra
de Mistral, quien actualmente reali-
za su doctorado en la Universidad de
Helsinki sobre la Premio Nobel y está
próximo a publicar el volumen “Por la
humanidad futura, Antología política
de Gabriela Mistral”.
El paso de la poetisa por México se ex-
tendió hasta 1924 y según Fabio Mora-
ga “fue una experiencia inolvidable que
la marcó el resto de su vida y que in"u-
yó en su obra literaria, su poesía y sus
artículos periodísticos”. En estos años
realizó la compilación para la educación
femenina “Lectura para mujeres”, escri-
bió decenas de artículos sobre el país y
libros de poesía para niños.
Tras este primer viaje al extranjero el
contacto de la Mistral con Chile fue
escaso y distante. Volvió al país solo en
tres oportunidades: en 1925 por algu-
nos meses, en 1938 por semanas y en
1954 por apenas unos días.
“Con osadía y sin dogmas,
Mistral alimentó una
redefinición de educación
pública en que primara
la diversidad cultural, de
ideas y pensamientos”, dice
Leonora Reyes.
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