Ello significa que el núcleo básico de la reforma de la Edu-
cación Superior es pasar de un sistema básicamente privado,
basado en el mercado y en la competencia entre individuos
e instituciones, a uno básicamente público. No se trata de
consagrar la provisión mixta que hoy no existe en muchos
campos de la Educación Superior, sino que junto a ello debe
consagrarse el predominio de las instituciones estatales con
un espacio regulado para las instituciones privadas.
Quisiera enunciar, sin poder fundamentar por razones de
espacio, algunas conclusiones que se derivan de este núcleo
básico de la reforma y que suponen un proceso gradual, pero
con un claro horizonte en el mediano plazo.
En primer lugar debe aumentarse la oferta estatal en todos los
niveles de la Educación Superior para hacerla predominante,
ya sea expandiendo la matrícula, generando nuevas institu-
ciones o adquiriendo privadas.
En segundo lugar hay que reformular las relaciones que estas ins-
tituciones tienen con el Estado, para facilitar en el marco de la
autonomía de aquellas su contribución al desarrollo integral del
país, lo que significa algo más que su fortalecimiento. Ello supone
una institucionalidad y un sistema de coordinación entre éstas.
En tercer lugar, el aporte del Estado debe centrarse en el fi-
nanciamiento basal de las instituciones estatales, y excepcio-
nalmente contribuir con instituciones públicas no estatales
cuya autonomía de cualquier poder, democracia interna y
dirección de sus comunidades y calidad estén consagrados
por ley, como ocurre con varias de las llamadas universidades
tradicionales no estatales.
En cuarto lugar, en términos estrictos, sólo debe haber
gratuidad universal para las instituciones estatales y, sub-
sidiariamente, mientras no se llegue a un sistema de pre-
dominio de las universidades y de las instituciones esta-
tales en que se asegure el ingreso a todos quienes quieran
ingresar a ellas, el Estado puede financiar la gratuidad de
la educación de los sectores vulnerables en las institucio-
nes privadas. Asegurar la gratuidad universal permanen-
te desde ahora en todas las instituciones privadas de la
Educación Superior, sin el aumento sustancial de la oferta
estatal, significa consolidar definitivamente el modelo he-
redado de la dictadura.
En quinto lugar, y haciéndome cargo de algunos plan-
teamientos hechos en la Cámara de Diputados, hay que
eliminar del sistema de Educación Superior cualquier
idea de competencia entre universidades. Esto no es un
mercado y no corresponde que las universidades públi-
cas compitan con las universidades privadas, porque son
proyectos de naturaleza diferente. Ello tiene al menos dos
consecuencias. La primera refiere a la acreditación, en
el sentido que no puede aplicarse el mismo sistema de
acreditación en cualquier nivel a las instituciones públi-
cas que a las privadas o a las universidades públicas. La
segunda es que debe limitarse drásticamente la publicidad
comercial de las universidades.
“Si mantenemos los actuales principios
en que se basa la estructura y funcionamiento de la
Educación Superior, aunque se mejore la calidad,
estaremos consolidando un modelo construido para
una sociedad de desigualdad y no democrática”.
Columna
P.35
Nº3 2016 / P.P.