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Introducción
El inicio del nuevo milenio se acompañó de importantes transforma-
ciones en los imaginarios del Estado y la nación enAmérica Latina, que
apuntan a reconocer la diversidad cultural, la pluralidad jurídica y particu-
larmente los derechos colectivos de los pueblos indígenas. El modelo
decimonónico que prevaleció hasta buena parte del siglo XX, basado en
las visiones homogéneas de nación y en elmonismo jurídico, ha sido cues-
tionado por las reformas legales que apuestan a redefinir el pacto social
con base en visiones plurales de Estado y nación (Stavenhagen, 2002;
Sieder, 2002). En el caso de América Latina han sido sobre todo los
pueblos indígenas -y enmenor medida los afrodescendientes- los princi-
pales actores de dichos procesos, quienes apelan al reconocimiento de
sus derechos históricos como pueblos originarios, y particularmente su
derecho a la libre determinación y la autonomía, apoyándose en una nue-
va legislación internacional (Convenio 169 OIT (1991), Declaración de
lasNacionesUnidas sobre losDerechos de los Pueblos Indígenas (2007)).
Han cuestionado así el mito del derechomoderno (Fitzpatrick, 1992).
Los grandes logros del constitucionalismo latinoamericano para reco-
nocer derechos indígenas tienen hoy en día su expresión más elaborada
en las experiencias ecuatoriana y boliviana, donde se avanzó de manera
significativa en el reconocimiento de Estados plurinacionales y derechos
de autonomía. Tal es lo quemuestra RaquelYrigoyen cuando se refiere al
horizonte pluralista para dar cuenta de las etapas que ha seguido el reco-
nocimiento constitucional enAméricaLatina: la etapamulticulturalista (in-
troducción del derecho individual y colectivo a la identidad cultural junto
con derechos indígenas específicos), la pluralista (que incorpora el con-
cepto de nación multiétnica y Estado pluricultural, y reconocimiento de
fórmulas de pluralismo jurídico y de jurisdicción indígena); y la del Estado
plurinacional (pluralismo jurídico igualitario y autonomías en el marco de