Iniciativa Latinoamericana para el avance de los Derechos Humanos de las Mujeres II - page 97

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tareas necesarias para garantizar el bienestar y la sobrevivencia de las personas que
componen la familia. Así las cosas, les correspondería la reproducción biológica
:
gestación, parto y lactancia. Pero también la reproducción social: la
crianza,
educación, alimentación, atención y cuidado de sus miembros, y la organización y
mantenimiento del hogar. En ellas recae garantizar la reproducción de los hábitos,
valores, pautas de consumo, ideologías, normas y costumbres del grupo familiar.
Es en los espacios familiares donde se manifiesta e institucionaliza el dominio
masculino sobre las mujeres y demás miembros de las familias y, en consecuencia,
es también este espacio donde se amplía el poder masculino que luego es irradiado
hacia la sociedad en general.
La consecuencia de este fenómeno es que los hombres tienen el poder en todas las
instituciones de la sociedad y que se priva a las mujeres de acceder a estas posiciones
de poder. Sin embargo, esto no implica que las mujeres no tengan ningún tipo de
poder o que se las haya privado por completo de derechos, influencias y recursos.
Dependerá de la clase y etnia en que nacen, y cómo se sitúen y posicionen en
el desarrollo de sus proyectos vitales. El patriarcado se manifiesta de diferentes
formas, ha sufrido cambios en su estructura y funciones y se ha adaptado ante las
presiones y demandas feministas.
En lo que concierne directamente a las mujeres indígenas en Guatemala, a la
ideología misógina se suma la ideología racista y clasista, para agravar el grado de
deshumanización de que las mujeres son objeto. A través de la servidumbre y la
connotación que ésta posee, las indígenas son convertidas en cuerpos-objetos al
servicio doméstico y sexual de cualquier hombre que, por su condición genérica,
de clase o de etnia, tiene una posición superior a ellas.
Y eso no es historia pasada. El “derecho de pernada” en las fincas, aun cuando
ha disminuido, sigue existiendo. De igual manera, muchas familias que tienen
empleadas domésticas prefieren que sus hijos tengan relaciones sexuales con ellas,
para que se estrenen, para que se “desahoguen y que no salgan a la calle”. El trabajo
doméstico contratado y pagado se convierte para las indígenas en una obligación
de prestar servicios sexuales al patrón o los hijos del patrón.
En el marco de la política contrainsurgente del Estado guatemalteco, estas ideologías
sexistas, racistas y clasistas sobre las que se configuró la sociedad guatemalteca
se exacerbaron, hasta justificar la comisión de atrocidades contra las mujeres
indígenas. Es evidente que la violencia sexual ejercida contra las mujeres indígenas
en Guatemala no pretendía acabar únicamente con los cuerpos de las mujeres,
sino asegurar el fin de la transmisión de la cultura maya y, por tanto, acabar con
dicho grupo.
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