Iniciativa Latinoamericana para el avance de los Derechos Humanos de las Mujeres II - page 102

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La violación sexual como presagio de eliminación de las mujeres y la cultura
maya
En la gran mayoría de los casos, la violación sexual era el paso previo a la muerte.
En la ritualización de las masacres, el primer paso era la violación de las niñas,
adolescentes, jóvenes y adultas. Otra modalidad de exterminio eran las violaciones
sexuales perpetradas por decenas de agentes del Estado a una misma niña, joven
o adulta. Esto les provocaba la muerte. Al respecto, la CEH señaló que el 31% de
las víctimas de ejecución extrajudicial eran antes violadas sexualmente, torturadas
o amenazadas. Asimismo, el 35% de las mujeres víctimas de violación sexual
fue posteriormente ejecutada. Estas cifras demuestran la pretensión, por parte del
Estado contrainsurgente, de acabar con la población indígena a través del ataque
contra las mujeres indígenas, quienes representaban la esencia misma de la cultura
y la posibilidad de la continuidad de la existencia de las comunidades.
La violencia y la violación sexual como tortura
Las violaciones sexuales fueron perpetradas de manera múltiple y continuada en
contra de mujeres en situación de privación de libertad, en centros de detención
de la policía y/o del ejército, o en sus propias casas, constituyendo una forma de
tortura. Se perpetraban precisamente con la intención de obtener información para
combatir a los grupos guerrilleros. Asimismo, se utilizó esta forma de violencia
sexual como mecanismo de castigo hacia la población civil o contra quienes
hubiesen colaborado con la guerrilla o se considerasen guerrilleras.
Existen múltiples casos de mujeres pertenecientes a la guerrilla -indígenas o
mestizas- que fueron detenidas ilegalmente y donde la violación sexual constituyó
tortura. Del mismo modo, existen casos de mujeres pertenecientes a la población
civil que fueron detenidas ilegalmente y en los que la violación sexual fue utilizada
como medio para indagar sobre las supuestas actividades de los familiares de las
víctimas.
El ejército identificó a la guerrilla con la población indígena, por lo que la sola
pertenencia de la víctima a este grupo étnico las constituía en un objetivo militar. Los
militares daban castigos ejemplares a los indígenas para así sembrar terror; dejaban
expuestos los cadáveres de algunas mujeres en los caminos y lugares públicos,
cuerpos que presentaban mutilaciones de carácter sexual y con hemorragias
vaginales.
Cuando se trataba de mutilar los cuerpos de las mujeres el horror no tenía límites. Ni
siquiera la muerte era un límite para la agresión. La violencia continuaba después.
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