Política nuclear - page 17

Igor Saavedm
I
EL MARCO CIENTíFICO TECNOLÓGICO DEL DESARROLLO NUCLEAR
sabía sobre el fenómeno de fisión y tal vez si nadie habría podido
explicar a un nivel técnico adecuado lo que era la bomba atómica.
A la fecha de la explosión de la primera bomba atómica, en
1945, en nuestras universidades y en nuestro país muy pocas eran
las personas que estaban en condiciones de entender lo que estaba
sucediendo, hecho especialmente grave si se tiene en cuenta que se
estaba produciendo un cambio fundamental eIJ. el mundo, tanto en
lo tecnológico (por ejemplo en la capacidad de producir energía)
como incluso en el plano moral, al introducirse un nuevo concepto
de la guerra y
la
paz. La situación nuestra entonces, típica del sub–
desarrollo, era la de analfabetos que saben leer y escribir, lo que
es peor que el analfabetismo propiamente dicho.
Pocos años después hubo otra gran revolución tecnológica con la
aparición del transistor. Tampoco había en Chile en ese momento
quien pudiera explicara los alumnos interesados -y futuros inge–
nieros destinados a desenvolverse en un mundo dominado por esa
tecnologia- lo que era un transistor, ni mucho menos la física de
los transistores, situación de suyo dramática.
AfOortunadamente se ha producido desde entonces hasta ahora un
gran cambio, un cambio realmente espectacular. Hoy día es posible
sostener que cualquiera idea, por novedosa que sea, como
el
ejem–
plo de los quarks recién discutido, no es imposible de entender por
los especialistas que trabajan en este país. Como país, nada de lo
que hOoy ocurre en
el
campo de la física podría realmente sorpren-
!
demos, lo que demuestra que se ha progresado notablemente y que
se es hoy día un poco menos analfabetos de lo que éramos hace dos
décadas, en el tiempo de los ejemplos que acabo de señalar; que,
aun, en algunos sentidos, incluso hemOos dejado de serlo.
Si bien este progreso se observa al interior de las universidades,
en algunas de sus partes, en
el
caso general del país, que es lo que
en definitiva interesa, se ha progresado bastante poco. La difusión
de la ciencia en un buen nivel y aun la capacidad, a nivel de go–
bierno, de entender qué es y por qué es necesario hacer ciencia,
prácticamente no existe, ni ahora ni en el caso de ninguno de los
Gobiernos que se han ido sucediendo. Prácticamente no hay terre–
no común, puntos de contacto, entre quienes gobiernan y quienes
hacen ciencia, lo que constituye un error que se hace necesario co–
rregir. En este sentido, las instituciones no universitarias de inves-
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