vo, sabíamos que no iba ser fácil. En
primer lugar, porque hay quienes re-
chazan de plano los principios de esta
reforma aunque no sea ese su discur-
so público. Tienen todo el derecho de
pensar distinto, pero sería bueno que la
discusión fuera transparente.
Por otro lado, sabemos que los cam-
bios siempre generan incertidumbre y
las personas se inquietan mucho más
cuando esos cambios se refieren a la
educación y pueden afectar a los hijos,
aunque todo lo planteado sea gradual.
Y eso porque todos queremos lo me-
jor para nuestros niños, todos quere-
mos protegerlos y darles herramientas
para que tengan una vida plena en el
futuro. Pero no podemos seguir enga-
ñándonos, eso no se logra unos contra
otros o dando a unos lo que a otros le
negamos. Y si seguimos por esa vía, sin
hacer los cambios necesarios, conso-
lidaremos una educación que genera
segregación y que no ofrece las mismas
oportunidades a todos. Y eso, como
país, como sociedad, nos puede costar
muy caro después.
La lección principal es la necesidad de
redoblar esfuerzos en trasmitir tran-
quilidad a las familias: no es el espíri-
tu de la reforma ni cerrar colegios ni
acabar con los establecimientos parti-
culares subvencionados. Tenemos que
invertir mucha energía en mostrar que
los cambios que impulsamos son para
mejor y que esta reforma educacional
va a traer beneficios para el conjunto
de la sociedad. Tengo la convicción de
que cuando empiecen a verse los pri-
meros impactos de esta transforma-
ción nos vamos a sentir orgullosos de
la educación que le estamos dando a
nuestros hijos e hijas, y tal como pasó
con la discusión de fines del siglo XIX
para lograr enseñar a leer y escribir a
todos, nos daremos cuenta de lo im-
portante que era cambiar el rumbo.
¿Cuál es el espíritu de la reforma?
¿Qué tiene que aprobarse sí o sí y qué
cosas pueden pactarse?
-El espíritu de la reforma, de todos
los proyectos que la conforman, es
lograr establecer las bases para tener
una educación, inclusiva, gratuita y
de calidad para todos los niños, niñas
y jóvenes del país. Que sea un dere-
cho social y que ninguna familia se
quede sin poder tener a sus hijos en
la educación superior por falta de re-
cursos. Porque, además de la entrega
de conocimiento, la educación tam-
bién debe formar ciudadanos cons-
cientes, más solidarios y respetuosos
de las diferencias que tenemos. Que-
remos una sociedad más cohesionada
y un desarrollo que nos incluya a to-
dos y para eso la educacion tiene que
ser capaz de hacer florecer los talen-
tos de todos nuestros niños y niñas.
Y para lograr aquello es fundamental
avanzar a pie firme contra la segre-
gación. Esa es, además, la lección de
los países que más han avanzado en
educación en los últimos años.
Cuál es su mensaje a la Universidad
de Chile cuando cumple 172 años
de vida? En ese marco, ¿qué le diría
a aquellos académicos que por años
han esperado un trato preferente del
Estado con su principal universidad
pública, y este aún no se concreta?
-Mi mensaje a la comunidad de la
Universidad de Chile es que sigan
trabajando y estudiando bajo la no-
ble misión de construir una mejor
nación. Eso es lo que siempre nos ha
dado la Universidad de Chile y eso
es lo que necesitamos hoy. Somos
conscientes de la necesidad urgente
de establecer un nuevo trato entre el
Estado y sus universidades y en esa
dirección va encaminada la reforma
a la Educación Superior, que es en
sí misma, un desafío muy complejo.
Por eso vamos a ir paso a paso. En el
presupuesto 2015 hemos comenzado
a mostrar hacia dónde queremos ir, y
vamos a seguir por ese camino, pero
no todo lo podemos hacer por esa vía.
Cuando llevemos al Congreso la le-
gislación de Educación Superior es-
peramos concretar no sólo el anhelo
de los académicos, sino los del con-
junto de la sociedad que se beneficia-
rá de un sistema más vigoroso, más
inclusivo y a la altura de los desafíos
del siglo XXI.
“Además de la entrega de conocimiento, la educación también
debe formar ciudadanos conscientes, más solidarios y
respetuosos de las diferencias que tenemos”.
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El Paracaídas / Nº 3 noviembre 2014
