casos vienen desde nuestros orígenes
como nación y ha mostrado poca ma-
durez para hacer frente a cambios que
hoy resultan evidentes, como fue el
caso de la instrucción primaria obli-
gatoria que sólo vino a ser ley tras
cuarenta años de debate. Y todo eso
puede ser muy frustrante.
Parte de la polarización del debate en
el Congreso con los primeros proyec-
tos de ley de la reforma tiene que ver
con eso, pero no podemos permitir –y
en eso gobierno y actores sociales com-
parten igual grado de responsabilidad–
que dichas desconfianzas impidan el
diálogo y el avance de las transforma-
ciones profundas que la educación
de nuestro país requiere.
Nosotros hemos tenido
siempre las puertas abier-
tas para el diálogo con los
estudiantes y con todos
los actores de la socie-
dad. Esa es nuestra ta-
rea y nuestra convicción
como gobierno. Y así lo
estamos haciendo para el
diseño de cada uno de los
proyectos que aún debemos
enviar al Congreso, en especial
tras los resultados de los diálogos
temáticos con los actores y que aca-
ban de concluir.
¿Y la oposición? ¿Cuánto ha incidido
la derecha en esta reforma?
-Hemos sido bastante claros en seña-
lar que en la medida que no nos pidan
desvirtuar los principios de la reforma,
expresados en el programa de gobierno
con el que fue electa la presidenta Mi-
chelle Bachelet, estamos absolutamente
abiertos al diálogo y a recibir múltiples
propuestas de todos los actores sobre
tiempos, mecanismos, instrumentos, etc.
Eso incluye a la oposición, por supuesto.
Hoy en día, ¿sigue siendo esta una re-
forma de la Nueva Mayoría?
-Me parece extraña la pregunta. Esta
es la reforma que la sociedad reclamó
y que la presidenta Bachelet, con el
respaldo de la Nueva Mayoría, com-
prometió con el país. Ahora, como
Ejecutivo, nos toca instalar y dirigir un
proceso de cambio profundo y lo hace-
mos, como corresponde, incluyendo y
escuchando a todos los chilenos, pero
respetando esa amplia mayoría demo-
crática que se expresó en las urnas y
nos dio un mandato muy claro.
¿Por qué la reforma no regula a los co-
legios privados? ¿Por qué no se tocaron
si el problema de la desigualdad no son
solo los pobres sino también los ricos?
-El primer proyecto que hemos en-
viado al Congreso se hace cargo de
la realidad del 93 por ciento de los
estudiantes que asisten a los colegios
que reciben aportes del Estado. Bus-
ca asegurar inclusión y calidad y para
ello propone que todos los colegios que
reciben recursos públicos respeten un
conjunto de reglas que aseguren que la
educación obligatoria sea de calidad y
no excluyente, y se consagre como un
verdadero derecho social. Ese es el ob-
jetivo de terminar con el copago, la se-
lección y el lucro. Esas condiciones de
base determinan todo lo que podamos
hacer como país por elevar la calidad
de nuestra educación. La calidad en los
sistemas educativos no germina ni se
desarrolla por generación espontánea,
y eso es lo que nos enseñan las prácti-
cas y marcos normativos de los países
capitalistas desarrollados en el mundo.
Junto con lo anterior vamos a ir aumen-
tando el financiamiento e interviniendo
en todas las dimensiones que nos pa-
remitan asegurar una mejor edu-
cación para ese 93 por ciento de
los niños de Chile, es decir, con
profesores mejor formados y
apoyados, que tengan mejo-
res condiciones de trabajo
y salarios; con una nueva y
mejor educación pública,
etc. Esa es la lucha frontal
contra la desigualdad que el
país debe dar y es un desafío
bastante grande. Eso no quie-
re decir que el sistema particular
pagado no se altere, puesto que ya
en este primer proyecto de ley se esta-
blecen mayores atribuciones a la Super-
intendencia de Educación para fiscali-
zar dicho sector, cautelando estándares
mínimos de derechos humanos.
¿Qué impresiones y conclusiones
saca sobre la oposición al primer pro-
yecto que pone fin al lucro, selección y
copago, especialmente de la reacción
de los padres? ¿Qué lecciones se pue-
den tomar de ello para las reformas
que vienen?
-Pese al alto apoyo que concita en la
ciudadanía la necesidad urgente de
impulsar reformas al sistema educati-
“Somos conscientes
de la necesidad urgente de
establecer un nuevo trato entre el Estado
y sus universidades y en esa dirección va
encaminada la reforma a la
Educación Superior”
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